Manuel Gómez Sabogal
El primer pecado que tenemos los colombianos, es que no sabemos manejar la grandeza.
Jaime Garzón
Escucho casi a diario la misma expresión. El miedo, el terror, el dolor, la inseguridad han influido notablemente en la angustia diaria de quienes vivimos en este hermoso y ultrajado país. Secuestro, masacres, terrorismo, violencia son pan diario en cada informativo.
Se hacen sondeos y se busca que los empresarios continúen generando empleo, especialmente para los jóvenes. Nada más imposible para este momento, digo yo.
Siempre ha surgido una pregunta que se repite en los medios y las redes sociales: ¿Qué país queremos para nuestros hijos? Desde que me conozco he sabido de asesinatos, violencia y barbarie en Colombia. No ha habido año en el cual se viva en paz.
Cada año, emigran más y más colombianos en busca de un refugio pleno de tranquilidad. Se van a Norte América o a Europa, pero se van. Cansados de esperar a que haya un hálito de paz. Cansados de creer en las promesas de quienes se encuentran en el poder. Cansados de vivir sin poder vivir, porque aquí, no se pude vivir en paz.
Se pide que haya fe en el gobierno y en Colombia. Esto se hace cada día, mes, año. Se dice que no abandonemos esta bendita tierra que pronto habrá lo que tanto deseamos. Pero nada de ello ocurre.
Mientras a otros países y ciudades viajan millones de personas como turistas por todos los atractivos que hay, acá, poco a poco, perdemos esa capacidad para recibir ese anhelado turismo, debido a la situación que vivimos constantemente.
Al asumir el nuevo presidente colombiano, muchos quisieron irse y las oficinas de pasaportes se llenaron de peticiones, porque querían desaparecer, perderse en otros países donde no hubiese un gobierno igual y tampoco violencia constante.
Hace unos días, un amigo me escribió: “La verdad mi patria está dónde esté mi corazón y dónde pueda ser útil y acá no será”.
Esa frase me llenó de tristeza, pero siento que mi amigo desea continuar con todo lo que hace, lejos del país. Quiere seguir haciendo lo mejor y lo que sabe. Está seguro que acá no es, por todo lo que ha vivido en la ciudad de sus amores y desamores.
Lo entiendo como puedo hacerlo con otros que piensen igual.
La verdad, no quisiera seguir escuchando o leyendo: ¡Nos vamos de Colombia”
Reconstruir este bello país requiere el esfuerzo de todos y todos debemos seguir adelante. Además, debemos seguir siendo fuertes y optimistas a pesar de las situaciones.
Colombia merece que sus habitantes la amemos y trabajemos unidos por un mejor país. Aunque en las redes se destile odio, resquemor, intolerancia, busquemos la tan desaparecida paz.
¡Colombia debe ser un gran hogar para todos!