Odio las reuniones, se quedan en mi subconsciente, ocupando espacio. Les dedico tiempo y tomo notas en mi cuaderno. Viajo para asistir a ellas y luego de vuelta, durante mis días laborables. ¿Y la mayoría de reuniones que es lo que suelen tener como resultado? Lo ha adivinado, más reuniones.
Cuando trabajé como director de Desarrollo de Liderazgo en Walmart, mis días estaban llenos de reuniones. ¡Y los de todo el mundo! Cuando renuncié a mi puesto hace dos años para dedicarme a la escritura y a ser ponente, pensé que mis días repletos de reuniones habían quedado atrás.
Estaba equivocado.
A día de hoy, mis días se componen de llamadas de investigación y entrevistas telefónicas; almuerzos con agentes literarios y desarrolladores web; teleconferencias sobre títulos de libros y calendarios de publicación; y entrevistas de radio y llamadas de preparación para atender a los medios. Y antes de cada discurso que doy, siempre hay una reunión con el cliente y el planificador de reuniones para aclarar los objetivos y la logística del evento.
La verdad es que las reuniones nunca desaparecen.
Sin embargo, el problema es que ahora estoy metido casi exclusivamente en mi producción creativa. ¡Y no tengo tiempo para eso! Tampoco es algo que solo me pase a mí. A medida que nuestro mundo se vuelve más activo y nuestros teléfonos vibran cada vez más, la atención y producción creativa se está convirtiendo en el recurso más escaso para todos nosotros. Y si no se toma el tiempo necesario para crear algo nuevo y hermoso, entonces su valor disminuye rápidamente.
Solía ser una de esas personas que se «despiertan a las 4 a.m.» o que «siguen trabajando hasta las 4 a.m.», de esas personas que trabajan durante horas mientras todos los demás duermen. Así es como escribí 1.000 publicaciones de blog en 1.000 días. No obstante, ahora entiendo que una persona solo puede conducir por el carril exprés durante un tiempo determinado antes de que se salgan las ruedas.
Ya no soy ese tipo de persona. Ahora cuando llego a casa después del trabajo, dedico tiempo a mi esposa y a mis dos niños pequeños. Nada es o será tan precioso para mí como mi familia y me resulta extraño que haya gente que no guarde tiempo para sus seres queridos. Me di cuenta de que lo que necesitaba era una forma práctica de hacer más trabajo sin utilizar más tiempo. Y, para ser honesto, lo necesitaba rápido. ¿Por qué? Porque en mi primer año como autor a tiempo completo, comencé a sentir que mi productividad empeoraba, a pesar de que había renunciado a mi trabajo a tiempo completo. Esto no solo fue desalentador, sino que también fue vergonzoso.
-«¿Cómo va el nuevo libro?»
-«Bueno, ¿ahora que dejé mi trabajo? ¡Muy mal!».
Finalmente encontré una solución que creo que ha salvado mi carrera, mi tiempo y mi cordura. Si está como yo estaba en ese momento, apuesto a que también necesita esta solución: la llamo «días de desconexión».
Estos son días en los que, literalmente, estoy 100 % desconectado. Nadie puede contactarme, por ningún medio.
Los días de desconexión se han convertido en mi arma secreta para retomar el rumbo. Ha sido la forma de completar mi trabajo más creativo y gratificante. Para compartir una comparación aproximada, en un día en el que escribo entre reuniones, produciré tal vez 500 palabras por día. En un día de desconexión, no es raro que escriba 5.000 palabras. En estos días, soy 10 veces más productivo.
¿Cómo organizo los días de desconexión? Miro mi calendario 16 semanas por adelantado y cada semana dedico un día entero a estar DESCONECTADO. Lo puse todo en mayúsculas. DESCONECTADO. Nunca escribo en mayúsculas, pero permito que los días de desconexión me griten.
¿Por qué 16 semanas por adelantado? El número de semanas no es tan importante como el pensamiento detrás de él. Para mí, eso es después de que mi horario de conferencias esté hecho, pero, más importante, antes que cualquier otra cosa. Ese es un momento mágico en mi agenda. Es el momento perfecto para plantar la bandera del día de desconexión antes de que cualquier otra cosa pueda reclamar ese lugar.
En el mismo día de desconexión, me imagino sentado en un coche a prueba de balas rodeado de dos centímetros de plástico impenetrable por todos lados. Nada entra. Nada sale. Las reuniones rebotan en el parabrisas, también lo hacen los mensajes de texto, las alertas y las llamadas telefónicas.
Pongo mi teléfono móvil en modo avión todo el día. Mi portátil tiene el wifi completamente deshabilitado. Ni una sola cosa puede molestarme… y ni una sola cosa lo hace.
¿Y las emergencias?, se estará preguntando.
La respuesta corta es que realmente nunca hay una emergencia. La respuesta larga es que cuando mi esposa me preguntó acerca de las emergencias, no le gustó mi explicación sobre cómo en el pasado, nadie tenía teléfonos móviles y todos estábamos desconectados a veces. Como acuerdo, le dije que cuando comenzara a programar los días de desconexión, abriría la puerta de mi vehículo a prueba de balas durante una hora a la hora de la comida. Cuando lo hice, me encontré cara a cara con las balas zumbando de 17 mensajes de texto, docenas de correos electrónicos que vibraban urgentemente y un sinfín de alertas y mensajes generados por robots, y precisamente cero emergencias de mi esposa. Entonces, después de unos meses, dejamos de hacerlo y en su lugar comencé a decirle dónde estaría. Eso le dio la tranquilidad de que, si sucedía algo horrible, podría llamar al lugar en el que estaría trabajando o, como último recurso, simplemente conducir e ir a buscarme.
Ya llevó un año con los días de desconexión. Nada horrible ha sucedido y ambos nos hemos sentido más cómodos sin tener contacto durante todo el día.
Entonces, ¿cómo se ven los días de desconexión de cerca?
Pienso en ellos como si fueran dos partes. Por una parte, está el profundo trabajo creativo. Cuando está en esta zona, está en un estado de flujo y el gran proyecto en el que está trabajando se está logrando paso a paso. La segunda parte son los nitros: pequeñas explosiones de combustible que puede usar para preparar su propia bomba si choca contra una pared. Estos momentos improductivos de frustración nos suceden a todos y es menos importante evitarlos que tener simplemente un conjunto de herramientas mentales que pueda usar cuando se presenten.
¿Cuáles son mis herramientas? Ir al gimnasio para entrenar, comerme un paquete de almendras, levantarme y salir a correr por la calle o dar un paseo por la naturaleza. Después de todo, Thoreau comentó: «Creo que hay un magnetismo sutil en la naturaleza que, si cedemos inconscientemente a él, nos orientará correctamente». Y Hemingway afirmó: «Suelo caminar por el muelle al terminar el trabajo o cuando estoy tratando de pensar en algo. Es más fácil pensar si estoy caminando y haciendo algo o viendo a la gente haciendo algo que entendieron». ¿Qué más? Meditar durante 10 minutos o cambiar a un nuevo espacio de trabajo. O utilizar mi droga milagrosa, apagar el modo avión durante 10 minutos (mientras me mantengo alejado del correo electrónico y los mensajes de texto) y dejar mensajes de voz en el contestador a mis padres y amigos cercanos, donde les recuerdo que les amo. Funciona todo el tiempo y vuelvo a trabajar rápidamente porque, seamos sinceros, nadie responde a su teléfono.
Entonces, ¿qué pasa si el coche a prueba de balas recibe un golpe? Digamos que recibo una increíble invitación para dar una conferencia o alguien mucho más importante que yo solo tiene un día para reunirse. Alerta roja: el día de desconexión está bajo amenaza. ¿Qué debo hacer?
Tengo una regla simple. Los días de desconexión nunca se pueden eliminar, pero pueden moverse entre los parachoques de los bolos de los fines de semana. Sin embargo, no pueden saltarse semanas. Son más importantes que cualquier otra cosa que estoy haciendo, así que si necesitan pasar de un miércoles a un jueves o un viernes, está bien, incluso si tengo que mover cuatro reuniones para hacer espacio. La belleza de este enfoque es que cuando planta la bandera del día de desconexión en su calendario, realmente sea permanente en su mente. Empieza a sentir el alto nivel creativo que obtendrá de un resultado tan profundo tan pronto como comience a reservarlos.
Antes de empezar a usar los días de desconexión, tantee el terreno: escribí artículos y di discursos. Sin embargo, algo faltaba. Cuando implementé los días de desconexión en 2017, sucedió algo mágico. Escribí una nueva autobiografía de 50.000 palabras, escribí y lancé un nuevo discurso de apertura de 60 minutos, redacté propuestas de libros para mis próximos tres libros y planifiqué por completo y comencé a grabar mi nuevo podcast, todo mientras viajaba y daba más discursos que antes.
Con un año de los días de desconexión en mi calendario, ¿sigo haciendo el ejercicio de programar un día de desconexión cada semana?
La respuesta honesta: no.
Ahora programo dos.
Vía Harvard Business Review