Manuel Gómez Sabogal
Así juegan siempre. Esconden algunas cartas y al barajar, juegan sin mostrar las verdaderas. Su sonrisa, su mirada y su forma de ser, no los delata. Son así y siempre lo serán.
Manipulan cuando pueden hacerlo y juegan sucio cuando quieren y les da la gana. Son capaces de mostrar su falso rostro, dar palmaditas, abrazar y ser simpáticos. Nadie les ve su real faceta.
Quienes manipulan son tan sinceros con sus frases, párrafos y elocuencia que, en muchas ocasiones, caen. “Me dijeron”, “yo no sabía”, “no hay problema”, todo fue consultado”, “según lo afirmado, todo está comprobado”.
Manipulan porque les conviene. Son envolventes con todo lo que dicen o hacen. Se esconden, se ocultan tras los demás. Inventan, aseguran, afirman y son conscientes de que lo importante es convencer a los otros para que los acompañen en sus mentiras.
Los otros, se dejan manipular, porque no investigan, no consultan, no buscan las fuentes directas. No leen o no leen bien lo que van a firmar o en el peor de los casos, firman porque los amigos o compañeros ya lo hicieron. Se dejan llevar. Asienten, porque así debe ser.
Manipulan porque son conscientes de hay quienes no tendrán problema alguno en acompañarlos. Porque les creen y siempre les han creído todas sus mentiras. Manipulan porque siempre han mentido. Tratan de tener un bajo perfil para que nadie se entere que son ellos los que logran lo que otros son incapaces de entender.
Los manipuladores están en todas partes. Y quienes se dejan manipular, también. Porque no quieren pensar, ni desean decir algo al respecto.
Los manipuladores saben jugar las cartas y los otros parecen resignados a perder sin decir algo, porque saben que no son capaces de levantar la voz o de expresar lo que quisieran. El que calla otorga.
Pero no debe ser así. Callar es dar la razón al manipulador. Callar es silenciar el alma cuando esta quiere gritar que ya no aguanta más.
Los hipócritas saben manejar a las situaciones. ¡Qué lástima que haya quienes los sigan!
Los hipócritas siguen dando palmaditas, sonriendo, repartiendo abrazos y disimulando que son excelentes amigos. ¡Qué horror!
La gente manipuladora «huele» a las personas emocionalmente necesitadas y dependientes de la aprobación de los demás, y los usa…