Una de las grandes dificultades con las que se encuentran los cuidadores principales, es con la falta de implicación y ayuda por parte de los miembros de la familia en el cuidado del enfermo. Es más, en la mayoría de los casos el cuidador principal se queda completamente solo asumiendo las tareas de cuidado y acompañamiento.
Y, en todos los casos, dicha soledad supone para el cuidador una sobrecarga física, psicológica y emocional que con el paso del tiempo se manifiesta en ansiedad, depresión, insomnio, irritabilidad, cansancio, abandono de relaciones sociales y de grupo de amigos, etc.
Por esto, es necesario que todos los cuidadores pidan ayuda, que no vivan en soledad la experiencia del cuidado. Cuántas veces el cuidador no se ha encontrado diciéndose a sí mismo, “Ojalá alguien me ayudará porque ya no puedo más con esta situación”, pero ¿cuántas veces esta frase se ha quedado enterrada en lo más profundo de su ser?
Si bien es cierto que muchos familiares delegan la responsabilidad del cuidado en uno de sus miembros y se despreocupan parcial o totalmente por ayudar al cuidador; como decía la hermana de una cuidadora de una madre con la enfermedad de Alzheimer; “Admiro mucho a mi hermana por lo bien que cuida a nuestra madre, ella no necesita que nadie la ayude, es que lo hace tan bien” Frente a esta frase podríamos pensar varias cosas: que la hermana es una desconsiderada con respeto a su hermana; o si alguna vez le ha preguntado a su hermana si ella necesita que le ayuden a cuidar de su madre, O ¿alguna vez la hermana que tiene la responsabilidad del cuidado, ha pedido que le ayuden?
Esta situación se suele encontrar en muchos casos, los familiares no ayudan porque no se dan cuenta o no son realmente conscientes de que el cuidador está haciendo un gran esfuerzo para atender al enfermo, que cada día le supone un luchar contra la enfermedad con tareas monótonas y repetitivas, que vive cada día con la sensación permanente de que no tiene ningún tipo de control sobre la enfermedad y todos sus síntomas, que tiene que lidiar con el agotamiento constante, o con que ha tenido que renunciar a prácticamente toda su vida para poder cuidar del enfermo; todos estos ingredientes que inevitablemente conlleva el ser cuidador pasan desapercibidos para los demás.
Por esto es importante que el cuidador reconozca la labor que realiza y que le verbalice a sus familiares lo que supone el cuidar de su ser querido, porque muchos familiares no se enteran de esto, solo se quedan en la periferia observando y sintiéndose satisfechos porque su familiar enfermo está en buenas manos, pero desconocen por completo que es gracias al sobreesfuerzo, la renuncia a la propia vida y la soledad del cuidador para que su ser querido esté bien cuidado.
Así que, el cuidador no puede quedarse en silencio, debe pedir ayuda no solo cuando lo considere necesario o sienta que no puede más, sino que debe ser una solicitud obligada en su quehacer diario. Por otra parte, los mismos familiares deben tomar conciencia con respecto a la responsabilidad que conlleva el cuidar de una persona enferma, la cual no tiene punto de comparación con las actividades o rutinas cotidianas de nuestro natural vivir.
¿Por qué a los cuidadores les cuesta tanto pedir y aceptar ayuda? En la mayoría de las ocasiones, los cuidadores no piden ayuda porque:
- Creen que tienen un deber moral con el enfermo; pero también tienen un deber moral consigo mismos y su propio autocuidado.
- Tienen un sentimiento de vergüenza frente al qué dirán los demás. Los cuidadores suelen sentirse muy avergonzados si su círculo de amigos o conocidos, y hasta el resto de los miembros de la familia, piensan que están eludiendo la responsabilidad de hacerse cargo del familiar enfermo.
- Suelen pensar que nadie los puede ayudar, o que solo ellos pueden cuidar bien del familiar enfermo, frases como “nadie podrá cuidarlo como yo”, “nadie me puede ayudar”, “el solo acepta que yo lo cuide”, etc.; la suelen repetir de forma reiterada los cuidadores, y quizás sea cierto ya que son ellos los que están cada día cuidando a sus familiares, y han aprendido a hacer su labor muy bien, pero así como ellos han aprendido a cuidar de su ser querido, el resto de los miembros de la familia también lo pueden hacer.
- Sentimientos de culpa. Los cuidadores suelen abrigar muchos sentimientos de culpa, si dedican un tiempo a cuidar de sí mismos, o si piensan y atienden sus propias necesidades. Se les olvida que el auto- sacrificio no tiene ningún sentido.
- Consideran que debe salir de la voluntad de los familiares el ayudar con el cuidado del enfermo. Pero, al cuidador se le olvida que sus familiares también pueden plantearse lo siguiente: ¿si mi ser querido está bien cuidado, porque tendría que ayudar? ¡Si él ya lo hace bastante bien!
- Consideran que los demás miembros de la familia están muy ocupadas con sus propias vidas y no quieren molestarles o interferir en ellas. Pero, usted también tiene derecho a tener su propio espacio íntimo.
- En alguna ocasión se atrevieron a solicitar ayuda y no obtuvieron buenos resultados. Pues hay que volver a intentarlo, todas las veces que sea necesario.
Los cuidadores siempre deben tener presente que “para poder cuidar, primero tengo que cuidar de mí mismo”, esta es la primera responsabilidad que deben tener todos los cuidadores, si yo no estoy bien, no puedo atender y cuidar bien de mí ser querido, es así de simple.
Por tanto, el primer paso que deban dar todos los cuidadores es reconocer que necesitan ayuda, y reconocer y aceptar esto, no es un signo de debilidad, ni los distraerá de su labor de cuidador y tampoco es eludir la responsabilidad de velar y cuidar de su ser querido; ni tampoco significa que “no es un buen cuidador”; pedir ayuda es ser conscientes de que solo se puede afrontar y sobrellevar la enfermedad y el cuidado de su ser querido si atiende primero a sus propias necesidades, si sabe que tiene todo el derecho a tomarse un tiempo de respiro o descanso, si deja un espacio para dedicarse a sus aficiones, si preserva un espacio íntimo de atención y cuidado para usted.
Por otro lado, es importante que tengan presente que hay que pedir ayuda así sientan que no la necesitan, ¡háganlo! No esperen para hacerlo cuando se sientan desbordados por las tareas del cuidado, ya que, en estos momentos, la pedirán con agresividad, o como si fuera un “debe ser así”, y de esta forma no conseguirán el apoyo y la colaboración de sus familiares y amigos.
Una buena estrategia que les puede ayudar, es realizar reuniones familiares con el objetivo de organizar y distribuir las responsabilidades del cuidado entre todos los miembros de la familia, ya que la enfermedad es una responsabilidad de toda la familia y todos tienen su papel a desempeñar en el cuidado de su familiar enfermo. Si aun así, no consiguen que sus familiares colaboren, vuelvan a insistir, pidan y no dejen de pedir, porque un cuidador que se cuida tendrá mejores recursos para poder velar y cuidar de su ser querido.