¿Qué hay detrás de la ausencia de deseo sexual en una pareja? ¿Ha muerto el romance?, ¿se ha extinguido la llama? ¿o se ha convertido, lo que era una “relación de amantes”, en una “relación de hermanos”?
Los hombres y las mujeres interpretan de forma distinta la sexualidad. El psicólogo y autor Lindsay Gibson explica que, mientras el sexo femenino tiene la capacidad de conectar emocionalmente a diario, en la vida cotidiana, los hombres ven en el encuentro sexual como una oportunidad insustituible para “sincronizarse” con otros (incluso si no hay amor).
Aunque tanto el sexo femenino como el masculino experimentan altibajos en el deseo sexual por causas biológicas y psicosociales que influyen en una vida íntima más o menos activa, puede que los hombres se tomen más a pecho la ausencia de deseo en pareja debido a lo que representa el sexo para ellos.
Por supuesto, esto no significa que una disminución en el deseo sexual no sea motivo de preocupación para las mujeres; sin embargo, la evidencia sugiere que la libido femenina varía naturalmente con los años debido a múltiples factores como el embarazo, la menopausia y las prioridades.
“¿Si no te deseo es porque no te amo?”
La primera explicación que solemos hallar para la pérdida del deseo sexual en pareja guarda relación directa con el amor, especialmente en matrimonios y relaciones duraderas.
La cultura influye mucho en el vínculo que hemos aprendido a establecer entre lo que sentimos y cómo “se supone” que deberíamos expresarlo físicamente.
Para la reconocida psicoterapeuta Esther Perel, una pareja puede tener una intimidad grandiosa después de 20 años de matrimonio sin que esto implique que su vida sexual sea magnífica. De hecho, es posible construir una intimidad maravillosa en pareja sin tener sexo, ya que, cuando hablamos de intimar, trascendemos el plano físico para referirnos a todo un conjunto de permisos y concesiones emocionales.
La intimidad, lejos de ser un eufemismo para referirse al encuentro sexual, es un capítulo individual donde aprendemos a complementarnos incluso espiritualmente con el ser amado, una experiencia donde el deseo sexual es poco o nada importante.
Si la falta de amor no es la causa de la pérdida del deseo sexual, ¿cuál es?
La disminución del deseo sexual en las mujeres suele coincidir con el inicio o el final de una relación amorosa, o bien con cambios importantes en la vida, como el embarazo, la menopausia y la enfermedad.
Por otro lado, existen medicamentos utilizados para el manejo de los trastornos del estado de ánimo que pueden ocasionar un bajo deseo sexual femenino, por no mencionar la posibilidad de desarrollar trastorno del deseo sexual hipoactivo (HSDD), que se caracteriza por la pérdida total del interés en mantener relaciones, y se considera una disfunción sexual.
El escenario es amplio cuando intentamos hallar las razones de la ausencia de deseo sexual en las mujeres, ya que pueden influir tanto factores físicos como psicológicos y de pareja:
- Cambios hormonales.
- Fatiga.
- Estrés.
- Hábitos de vida poco saludables.
- Enfermedades como la diabetes, la artritis, problemas cardiovasculares y cáncer.
- Baja autoestima.
- Experiencias sexuales desagradables en el pasado.
- Problemas de comunicación o de confianza.
- Conflictos sin resolver en la pareja.
¿Qué hay de la ausencia de deseo sexual en los hombres?
En los hombres, la ausencia de deseo sexual es menos frecuente que en las mujeres, pero sí es natural que pierdan el interés en encuentros sexuales monótonos.
En otras palabras, la ausencia de deseo en los hombres suele relacionarse directamente con el aburrimiento y con la necesidad humana de aventura, innovación… ¡de ser sorprendidos! Esther Perel refiere este como uno de los principales detonantes de la infidelidad:
Escogemos a una persona y básicamente le pedimos que nos dé lo que antes toda la aldea solía dar: dame pertenencia, identidad, continuidad, pero dame trascendencia y misterio y asombro, todo en uno. Dame confort, dame límite. Dame novedad, dame familiaridad. Dame predictibilidad, dame sorpresa. Y pensamos que está dado, y que los juguetes y la lencería nos salvarán.
Perel comparte los resultados de sus investigaciones alrededor del mundo con simpleza y honestidad: donde hay amor romántico, generalmente hay también pérdida del deseo sexual con el tiempo, ya que la naturaleza humana nos hace propensos a “tener” aquello que amamos y a “desear lo que no tenemos”.
¿Podemos desear lo que ya tenemos? Puede que nadie lo sepa, los testimonios de cientos de personas de culturas distintas que han participado en los estudios de Perel, nos invitan a ser optimistas y a ejercitar la novedad como el ingrediente secreto para mantener la llama de la pasión en vilo.
Eso sí: novedad no significa comprar juguetes y lencería, ni probar nuevas posiciones. La novedad abarca lo visible y lo invisible, la desnudez del cuerpo y la del alma.
Perel recomienda a las parejas que desean reavivar el deseo mostrarse al otro como nunca antes, permitirse explorar todo un prisma de roles y máscaras que podemos usar durante el encuentro sexual con nuestra pareja para satisfacer nuestra necesidad de asombro.
“El sexo no es algo que uno hace, el sexo es un lugar al que vas”, opina Perel. Y la clave está en atreverse a visitar planetas extraños.