Tomado de «El arte de saber vivir«
Por lo general, pensamos que la responsabilidad es sinónimo de culpa. Cuando decimos: “Eres responsable de esto”, a veces la intención real es decir: “Tú lo hiciste, así que tienes que arreglarlo”.
Aunque es cierto que todas las acciones tienen consecuencias, ser emocionalmente responsable no se trata de hallar culpables, sino de sacar por completo la culpa del esquema y asumir una posición desde la cual podamos hacer algo al respecto.
Cambiar cómo nos sentimos es una estrategia efectiva para cambiar nuestra realidad. Por eso, desarrollar la capacidad de ser responsable emocionalmente es casi un superpoder. Pero, ¿Cómo conseguirlo?
¿Qué es la responsabilidad emocional?
Para hacer más claro el concepto, pongámoslo así: la responsabilidad emocional es ser dueño de tus emociones e identificar que, de hecho, son tuyas. Decidiste tenerlas y, por lo tanto, eres responsable de ellas.
Por ejemplo, si alguien dice algo y te molestas, es porque decidiste molestarte y no necesariamente porque esa persona tuviera la intención de hacerte sentir incómodo.
Eres dueño de tus emociones. Comprender esto y reaccionar en consecuencia es lo que se conoce como responsabilidad emocional.
¿Por qué es importante ser responsables de nuestras emociones?
Las emociones y las necesidades tienen mucho que ver. Ambas se complementan.
Nuestras emociones vienen de lo que necesitamos y, nuestras necesidades, de cómo nos sentimos. Por ejemplo: si estamos incómodos con nuestro peso, necesitamos adelgazar; al mismo tiempo, necesitamos adelgazar porque nos sentimos incómodos con nuestra imagen corporal.
No pueden separarse, por lo tanto, cuando eres consciente de lo que sientes y reclamar la autoría de tus emociones, también puedes entender de dónde vienen ciertas necesidades y gestionarlas mejor.
Por otro lado, al ser emocionalmente responsable dejarás de culpar a los demás de las decisiones que tomas en la vida. Muchas personas pasan años responsabilizando a sus padres de haber quedado atrapados en un mal matrimonio o tener malas relaciones interpersonales, pero ¿qué pasaría si decidieran hacerse responsables de toda la frustración y resentimiento que llevan dentro, y adoptar una postura más constructiva?
Todos sus problemas se resolverían, y eso explica la importancia de hacerte responsable de tus emociones.
¿Cómo desarrollar la responsabilidad emocional?
Puede parecer complejo, y de hecho lo es, pero todo se resume a una fórmula de cuatro pasos.
- Acepta que algo pasó, y ahora sientes algo al respecto. Acepta lo que sientes, sin importar qué sea. Luego, acepta que tienes derecho a sentirte así, aunque sea desagradable para ti o los demás.
- Pregúntate qué puedes hacer para cambiar la situación en el futuro. ¿Qué capacidad tienes para manejar mejor tu respuesta? Si lo deseas, puedes pedir la opinión de tus seres queridos.
- Pregúntale a los involucrados en el evento qué pueden hacer para cambiar la situación en el futuro. Dales ideas, si están abiertos a recibir ayuda.
- Haz tu parte del trabajo. No pienses en lo que harán los demás, ocúpate solo de ti.
Repite los pasos una y otra vez hasta comenzar a ver los beneficios. Entonces, naturalmente dejarás de culpar a los demás de tus sentimientos, porque entenderás el bien que te hace hacerte cargo tú mismo.
Ser responsable emocionalmente es un hábito, como ejercitarte y comer saludable. Tal vez no lo consigas de la noche a la mañana, pero los frutos de la constancia valen el esfuerzo: serás más feliz y tendrás paz.