Desde el séptimo piso, por don Faber Cadena
Desde cuando tenemos memoria existencial, festejamos el cambio de año, despedimos el año viejo y celebramos la llegada de un nuevo año. Hubo etapas en la vida que posamos de esotéricos y decíamos que “era solo un cambio de calendario”, y poco de fiestas, pero al final, se impuso el colombiano y celebramos hasta el amanecer.
Y ahora deshojando estos pesados almanaques a cuestas, nos gozamos todas las fiestas que nos inviten, y si no hay invitaciones, la organizamos nosotros. Tenemos suficiente familia para armar una rumba. Y si no, ahí están los vecinos del condominio, pero ni de fundas, nos quedamos sin despedir el año y comernos las doce uvas, diciendo deseos para el año venidero.
Lo festivo de la fecha no puede restar lo trascendental que encierra el terminar y empezar. No es un año más de existencia, porque este se cumple el día su nacimiento. Pero sí es muy importante, porque presenta la gran oportunidad de hacer práctica, efectiva, la oración de la Serenidad, de la gran comunidad de A.A. “Señor dame valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y sabiduría para reconocer la diferencia”.
Entonces se hace necesario dar el primer paso, reconocer ante Dios y ante mis compañeros de faena, que tenemos que modificar algunas acciones del diario vivir, a la mejor, erradicarlas de un todo. O como se dice en la actualidad, mitigar, reducir, disminuir, hasta eliminarlas definitivamente. Desde luego, para modificar algo tóxico, tenemos que aceptarlo como tal, sin enmascararlo, sin tapujos, excusas, negaciones o justificaciones.
Esta es una acción que tiene la ventaja, de ser particular, personal, “yo con yo”. Soy el enfermo y soy el médico. Sea una rutina autodestructiva, física, – aquí incluye lo económico, – emocional, o espiritual. Es un momento de sinceridad absoluta para enfrentar el pasado, con valentía y decir adiós a esas actitudes indeseables y decidir cambiarlas, también de incrementar y potencializar las productivas, saludables e inteligentes.
Es el único día del año que estamos pendientes de su término. “faltan cinco para las doce”, y se acabó el hoy, el mes y el año. Y cambiamos calendario, botamos el viejo y empotramos en la pared y en el alma, un nuevo, con doce meses, relucientes, para estrenar. Vienen en hojas mensuales para consumirlas a medida que se gasta la existencia de días. Son muchos y para nosotros los veteranos, cada vez menos. Pero se hacen largos, estos últimos años han pasado despacio y así lo queremos. Que se demore harto la próxima fecha de las eliminatorias al mundial de futbol, afortunadamente la Semana Santa, cae en abril, del 13 al 20. Falta mucho.
Los días los terminan tranquilos, descansados, sin tensiones, muchas veces con una sonrisa picarona en los labios. Vemos buenos programas de televisión para irnos a dormir. Pero aquí empieza para muchos un problema, y es la falta de sueño, el insomnio, las pastas para dormir. Y les dan las doce y la una sin dormirse. O duermen y se despiertan muy temprano. Ese desorden del sueño es muy tenaz. Y han probado todos los métodos posibles y algunos sirven, otros se resignan y duermen poco, o se acuestan tarde.
Pero por experiencia de veterano determino que, hay necesidad de cambiar, de modificar comportamientos, de incrementar rutinas sanadoras, aumentar la tolerancia a la frustración, disminuir al máximo la resistencia al cambio, aceptar la diferencia, matricularnos en cursos intensivos de amor en el servicio. La conservación de la flora y la fauna, cuidar y conservar el ecosistema, practicando el desarrollo sostenible.
Es necesario volver a recibir clases de Urbanidad y Educación Cívica. Dos asignaturas que desaparecieron del currículo, de algunos jóvenes y de la mayoría de los visitantes, en esta temporada vacacional, y de algunos paisanos quindianos. Nosotros veteranos de tantas temporadas conocemos muy bien lo que es respetar las filas, el orden en los restaurantes, almacenes, supermercados. Hoy los niños empiezan a dar ejemplo de paciencia, saben esperar, bueno es que tienen el celular a la mano.
Iniciar cualquier actividad es encantador, porque motiva, es una solución, es una puerta que se abre, y teniendo salud que vengan los días que Dios nos tenga reservados. Y es que el primer y a la mejor el único deseo, de nosotros, en nuestro grupo de adultos mayores, es la salud. Y la vemos tan amenazada, de verdad que sentimos temor ante tanta incertidumbre. Y son noticias que no entendemos muy bien. Lo que sentimos, es cuando preguntamos por nuestra medicina, la Hidroxiurea, y nos dicen no hay, llame a este número a ver cuando llega. Se acaba la dicha de año nuevo.
Nosotros siempre fuimos de los Seguros Sociales, cuando se liquidó nos pasaron a Coomeva. Un día la intervinieron, la liquidaron o la acabaron, vaya uno a saber, y nos pasaron a Sura. Todo muy bien y que ira a pasar con la reforma a la salud, nosotros estamos bien ahí, déjenos tranquilitos, ya somos muy mayores para esos cambios tan drásticos, y que no nos dan oportunidad de decir ni pio. Hasta ahora no tenemos ninguna queja.
Cómo será la vida de aquellos que si tienen muchas quejas y son contemporáneos nuestros o mayores. En qué momento nos cambiaron el libreto de existir, por las dudas, las negaciones, las culpas, las justificaciones, o ahora solo falta que la culpa sea de la vaca.