Por Manuel Gómez Sabogal
Muchas veces, pongo en Facebook las carátulas de libros que me llegan, adquiero, me regalan o estoy leyendo. Y lo hago casi siempre.
Hace unos días, recibí varias notificaciones privadas de Facebook que decían:
“Una de tus publicaciones y 3 comentarios infringen nuestras normas sobre spam”. Lo que más me disgustó fue el que eliminaran la carátula del libro “El síndrome de Ulises” del escritor Santiago Gamboa. No lo entendí y jamás se me ocurrió que irían a hacer eso con la carátula de un libro de reconocido autor.
No leen, no conocen de autores, no creo que conozcan libros.
Decidí escribir algunos textos en el perfil:
- Facebook me acaba de llamar la atención porque uno de mis textos y tres de mis comentarios, infringen las normas. Tarjeta amarilla.
- Una de tus publicaciones y 3 comentarios infringen nuestras normas sobre spam
- 1. Se refieren a la carátula del libro de Santiago Gamboa…»El síndrome de Ulises.
- ¿Será que Facebook está manejado por el Opus Dei o la inquisición?
- ¿Sabrán en facebook que “El síndrome de Ulises” es un libro?
- ¿Sabrán qué es un libro?
- ¿Por qué sí permiten fotos de prepagos desnudas y sicarios con armas?
Volví a poner la carátula de “El síndrome de Ulises”:
y
- «Tu publicación infringe nuestras Normas comunitarias sobre spam» Facebook. Y volvieron a quitar la carátula
Creo que aquí juegan un papel importante la mojigatería y la doble moral, pretendiendo defender la ética. Porque sigo sin entender por qué el cuerpo de mujer es cochino o atenta contra las normas, es decir, como si fuera algo pornográfico.
En una sociedad como la nuestra, de doble moral, porque de dientes para afuera hablan de pecado y en privado son felices cometiendo cualquiera de todos los pecados, especialmente el relacionado con el sexo.
Me río y recuerdo el comienzo de ciertos noticieros: “No hay escenas de sexo, pero sí de violencia”. ¿Desde cuándo el sexo es más peligroso que la violencia?
Facebook y otras redes censuran muchas fotos o vídeos, porque a su parecer son inapropiados. Son, definitivamente, hipócritas.
De pronto, Raúl Delgado Giraldo comentó en mi Facebook: “No son personas, es un algoritmo el que censura lo que según los administradores consideran que no es adecuado”.
Ahora, son los algoritmos los que deciden qué va y qué no en una publicación. “Un algoritmo informático es un conjunto de instrucciones definidas, ordenadas y acotadas para resolver un problema o realizar una tarea. En programación, supone el paso previo a ponerse a escribir el código”.
Es decir, ya está programado por seres humanos que pertenecen a la inquisición o al Opus Dei para decidir, tomar determinaciones sin derecho a respuesta… La doble moral también impera en las redes, porque si una carátula de un libro implica maldad o infringe las normas comunitarias, estamos muy mal.
Molesté tanto, escribí tantos mensajes, que Facebook me contestó: “Hola Manuel, revisamos el perfil que reportó tu amigo y concluimos que no se hace pasar por ti ni infringe las Normas comunitarias.
O sea, “mi amigo” es un Judas disfrazado que me reporta y que ni infringe normas comunitarias. Quien las infringe soy yo, según Facebook.
Ahora, después de todo lo que está ocurriendo en el país con respecto a asesinatos, desapariciones, masacres, mentiras, corrupción, bloqueos, también creo que estamos dirigidos por un algoritmo incrustado en el gobierno.
No hay otra explicación, porque no hay diálogo, sino monólogo. Es decir, mientras la gente quiere hablar, conversar, solucionar, el estado responde con armas, más ejército y policía.
No ha entendido el gobierno que este país está cansado de la corrupción, el desmadre de los congresistas y altos personajes, banqueros que hacen y deshacen y un sinnúmero de sinvergüenzas que han ido diezmando los recursos económicos de un país al que ellos llaman pobre, pero si fuera así no robarían día a día.
Para el gobierno, seguimos infringiendo las normas comunitarias y por ello no responde. Porque es un algoritmo el que recibe los mensajes.