Por Manuel Gómez Sabogal
Durante estos días de encierro, siempre he recomendado leer, escuchar música, una buena película, juegos de mesa o en línea y charlar al calor de un café, es decir, seguir soñando para vivir.
Ya conozco cada rincón de mi casa y sé qué hay en cada sitio, cómo está dispuesto todo objeto entre mi habitación, la biblioteca, la sala, el comedor y la cocina, siendo este último lugar uno de los más visitados, además de la biblioteca.
Pongo en práctica mis recomendaciones y por ello, he leído y sigo leyendo diferentes libros de autores reconocidos y otros no tanto.
Escucho música ya sea utilizando mi USB, mi tornamesa, un disco compacto o youtube, donde he encontrado infinidad de maravillosos temas y artistas.
Sobre cine, en las noches veo películas. Las series son demasiado largas e infinitas. Por recomendación, vi “Milagro en la celda No 7”. Espectacular e interesante película turca en Netflix. También vi la versión coreana en youtube. Me quedo con la turca.
En estos días, charlando con una amiga, tuvimos el siguiente diálogo:
- “Like stars on earth” Traducida como “Estrellas en la tierra”. Te recomiendo esta película muy linda
- La veré…Lo que digas…
- Divino gracias. Me cuentas
- Eso haré.
Seguí metido en mis lecturas y luego:
- ¿Te viste la película?
- La empiezo a las 8 p.m. Ese es mi plan. Estuve leyendo hasta hace un rato, como hasta las 5.30. Luego empecé a escuchar y ver música, desde las 5.45. A las 7.30 como algo y a las 8 empiezo a ver la película. Luego, leo un rato y a la camita…
Pues muy a las 8, hora prometida, empecé a ver “Like stars on earth”. Al terminar, luego de más de dos horas, le escribí:
- Disculpa la hora para escribirte, pero acabo de terminar de ver esa gran película que me sugeriste. Maravillosa e increíble. Lo dicho: ternura, afecto y abrazos. Es en lo que yo más insisto siempre, cuando estemos con los hijos. Qué grato haber tenido en cuenta tu recomendación. No es para menos. Es una película que hace reflexionar a muchos padres y docentes. La forma de convivir con los niños y no enterarse qué les pasa, qué tienen, qué sienten, qué sufren. Unos docentes que solo piensan en notas, calificaciones, resultados. Un profesor, un maestro que llega y se da cuanta qué pasa con los niños, los entiende, los estudia, los anima, los vive. Qué gratificante ser así. Lloré, sentí, viví esa película. Quisiera ser ese maestro…
- Uy, qué bonita descripción de la película
- Pensé mucho en ti como profesora. Una mujer alegre, inteligente, interesante y amorosa con los niños.
- Sí, es un don todos quisiéramos ser así
- Imaginé que has sido así enseñando
- Fue muy lindo y gratificante
- ¿Sabes? Cuando nada sabía de ti, solamente ibas a clase y trabajabas con ganas, reías y hacías reír al grupo, sentía que tenías una gran vocación y que los niños irían a encontrar una verdadera maestra. Una mujer llena de alegría y muchas aptitudes. Una mujer dispuesta a hacer todo por los niños. Yo me sentía feliz y esperaba que en el grupo se mezclara eso que esparcías para que lo tuvieran todas. Alegría y vocación.
Y eso encontré en esta película: alegría y vocación. Cómo ser un buen maestro y escudriñar esa soledad y tristeza en la mirada para encontrar un gran potencial siempre. Lo más importante: Mucha ternura, afecto y abrazos.