Y otras cosas
Innovar en Venezuela: cómo comerse eso en estos tiempos extraños
El concepto más aceptado universalmente de innovación es el establecido por Steve Ballmer, de Microsoft, a petición del gobierno estadounidense para crear una voz oficial al respecto: “Innovación es el diseño, invención, desarrollo, y/o implementación de productos, servicios, procesos, sistemas, estructuras organizacionales o modelos de negocio, nuevos o modificados con el propósito de crear un nuevo valor para los consumidores y un mejor retorno financiero a la empresa.”
Sin embargo, muchos se preguntarán ¿cómo innovar en un escenario tan singular como la Venezuela de estos tiempos?, les respondo: ¡Bienvenidos al mejor escenario que haya podido existir por estos lares para innovar en mucho tiempo!
No: no es que sea un optimista incorregible (que lo soy) ni que el escenario sea el perfecto, lo que deseo referir en realidad es que la cantidad de presiones de toda índole, por las razones que sean, que los venezolanos estamos recibiendo, deben estimularnos a modificar, a crear e inclusive a reinventarnos como personas, como cultura y como nación en general. Probablemente tengamos que repensarnos en cosas tan tradicionales como nuestra forma de ser como colectivo y diseñar un nuevo modelo de solidaridad, donde ciertos tabúes y barreras de confianza deban ser derribadas para sobrevivir; probablemente debamos comprender que no somos un país exportador de petróleo sino un país exportador de energía, lo que nos llevaría entonces a cambiar la estructura epistemológica tradicional de algunas ingenierías para dejar de graduar ingenieros petroleros y comenzar a graduar ingenieros energéticos en menciones tales como combustibles fósiles, eólicos, solares, geotermodinámicos, etc. Quizás tengamos que vernos como uno de los primeros exportadores de vida limpia del futuro al explotar nuestra agua potable en forma inteligente y comenzar a competir (DESDE AHORA) contra los grandes productores de aguas Premium del mundo,… en verdad, no lo sé.
De lo que no tengo dudas, es que somos un pueblo con un talento tan singular y tan poderoso, que somos capaces de hacer cosas tan maravillosas como repartir la libertad y tan terribles como movernos al mismo borde de nuestra propia destrucción. Quizás sea el momento para innovar la forma y la manera en la cual manejamos todos como pueblo ese gran poder que Dios, la providencia o quien crea el distinguido lector, nos ha sido otorgado.
Y no hace falta cambiar al mundo: hace falta cambiarnos a nosotros mismos.
Jorge Sánchez Rojas
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