«Hazle caso a lo que las otras personas piensan y serás siempre su prisionero». – Lao Tzu
Está en la naturaleza humana el querer ser amado y aceptado. Sin embargo, esto a menudo lleva a las personas a preocuparse demasiado acerca de lo que otras personas puedan pensar acerca de ellos.
El preocuparse excesivamente puede tener un efecto negativo en nuestras vidas. Puede ser tan debilitante que puede interferir en nuestra habilidad para sentirnos cómodos con nosotros mismos y con las demás personas. No dejemos que evite vivir nuestras vidas al máximo de su potencial.
Acá se presentan 10 razones por las cuales no nos debe importar lo que los demás piensen:
1. No es su vida, si es de su incumbencia.
Las personas tienen derecho a pensar lo que quieran, así como nosotros tenemos derecho a pensar lo que queramos. Lo que las personas piensen acerca de nosotros no puede cambiar el quiénes somos o cuánto valemos, a menos que se los permitamos.
Esta es nuestra vida para vivirla nosotros. Al final del día, nosotros somos las únicas personas que necesitamos aprobar nuestras propias decisiones.
2. Ellos no saben lo que es mejor para nosotros
Nadie va a invertir en nuestras vidas como lo hacemos nosotros. Sólo nosotros sabemos lo que es mejor para nosotros, y eso implica el aprender de nuestras propias decisiones. La única manera de aprender verdaderamente, es tomar nuestras propias decisiones, y aceptar la responsabilidad completa de ellas. De esa manera, si fallamos, al menos podremos aprender de ello, en vez de culpar a alguien más.
3. Lo que es correcto para alguien, puede no serlo para nosotros
Es importante reconocer que la opinión de alguien normalmente se basa en lo que ellos hacen. Esto es un problema por si mismo. Lo que es mejor para alguien, puede ser lo peor para nosotros. Hay un viejo dicho: la basura de unos es el tesoro de otros. Todos somos únicos. Sólo nosotros podemos saber lo que es correcto para nosotros.
4. Evitará que cumplamos nuestros sueños
Si estamos constantemente preocupados por lo que las demás personas piensan, nunca podremos ir a donde queramos ir en la vida. Siempre vamos a hacer cosas que no llenan las expectativas de las demás personas. Habrán situaciones en las que tendremos que jugarnos nuestro orgullo y nuestra reputación para alcanzar lo que queremos. Y si estamos constantemente preocupados por lo que la gente piensa, nunca tendremos la voluntad de hacer lo que es correcto.
5. Al final nosotros somos los que nos quedamos con el resultado
En la vida, nosotros somos los que asumimos las consecuencias de nuestras decisiones. Por ejemplo, si alguien nos aconseja comprar acciones en la Bolsa, pero no sentimos que es la decisión correcta, somos nosotros los que vamos a vivir con las consecuencias. Si las acciones se desploman y perdemos mucho dinero, nosotros viviremos con el hecho de no haberle hecho caso a nuestros instintos. Cuando las personas nos ofrecen sugerencias o nos dan órdenes, el riesgo no es de ellos. Ellos no tiene que vivir con nuestras decisiones. Nosotros si.
6. Las personas cambian de opinión con frecuencia
Estamos cambiando constantemente. Algunos filósofos y teóricos sugieren que estamos en un constante estado de cambio, tanto que no podemos decir que tenemos un «ser» específico (o una personalidad constante). Los pensamientos de las personas, sus ideas y sus puntos de vista, cambian con bastante frecuencia.
Eso quiere decir que si alguien piensa mal de nosotros en el momento, hay una alta probabilidad que piense de manera diferente en el futuro. Así que, básicamente lo que piensen los demás realmente no importa.
7. La vida simplemente es muy corta
Tenemos sólo una vida para vivir, así que ¿para que gastarla preocupándonos por las opiniones de los demás? Hagamos lo que queramos, seamos quien queramos ser. No vamos a ver a todas esas personas luego de morir. Quizás ni las veamos de aquí a un año. Vivamos nuestra vida sin preocuparnos por los pensamientos ni opiniones, para así vivirla al máximo.
8. Cosechamos lo que sembramos
Preocuparnos demasiado acerca de lo que los demás piensan puede resultar una profecía auto cumplida. Frecuentemente, las personas necesitamos tanto el ser queridos y apreciados que eso dicta la manera de comportarnos. Algunos nos convertimos en personas tan complacientes o tan sumisas, que la gente se aleja. El comportamiento que usemos para ser queridos puede a veces ocasionar que no nos quieran más bien.
9. A los demás no les importan tanto como creemos
La gente normalmente no piensa en los demás todo el tiempo. Es una verdad, triste pero simple, pero el promedio de las personas filtra su mundo a través de su «ego», lo que significa que ellos piensan en términos de «yo» o «mi».
Esto quiere decir que, a menos que lo que somos o lo que hacemos afecte directamente a otra persona o a su vida, ellos no van a gastar mucho tiempo pensando en nosotros y en lo que hacemos.
10. La dura verdad: es imposible complacer a todos
No podemos complacer a todos todo el tiempo. Es imposible vivir de acuerdo a las expectativas de las demás personas, así que no tiene sentido en desgastarnos tratando de hacerlo. Sólo debemos asegurarnos de complacer a una persona: a nosotros mismos.
Conclusión
El peso de las opiniones de las demás personas puede ser una carga para nosotros. Nos puede inhibir de vivir nuestra vida, porque nuestra vida entera (nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestras acciones) es controlada por un estándar idealizado de lo que la gente quiere ver. Cuando nos obsesionamos por las opiniones de las demás personas sobre nosotros, nos olvidamos de nuestras propias opiniones.
Podemos hacer un esfuerzo consciente de evitar que nos importe, de dejarnos vivir. Es una habilidad que necesita ser practicada, tal como la meditación. Pero una vez que entendamos verdaderamente cómo hacerlo, veremos al mundo de una manera completamente diferente.
Una vez que dejamos de estar esperando conocer las opiniones y pensamientos de los demás, podremos encontrar quiénes somos en realidad, y esa libertad será como el respirar por primera vez.
Traducido por Luis Castellanos, tomado de LifeHack. Imagen de FreeImage.