Seguramente tú, al otro lado de la pantalla, recuerdes cuántas veces amaste. Probablemente amando, también evoques un sufrimiento. Es posible que, a la sombra de alguna traición o desengaño, decidieras ya no creer en el amor y hayas pactado su destierro amputándolo de tu vida. Tal vez, en medio de la más terrible amargura, hayas jurado su muerte.
Basta con reconocer al dolor y al placer como amantes, confundidos en la misma cama, para saber que tu duelo es digno. Sin embargo, también basta con volver la mirada hacia el amor y hacerlo vacío de ira, resentimiento y desazón por los fantasmas del pasado, para entender que vale la pena salvarlo. En ocasiones, muy de vez en cuando, su vida es capaz de retrasar nuestra muerte.
La ciencia ha estudiado los efectos bioquímicos del amor durante años. Las investigaciones llevadas a cabo a lo largo de las últimas décadas han permitido evidenciar lo que para el médico suizo Paracelso constituye la mayor y más auténtica prueba de amor: conocer y comprender. Quien no conoce nada, no ama nada —escribió alguna vez—. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento sobre algo, más grande es el amor.
Tú, mientras sigues leyendo esto, recuerdes cuando creíste conocer el amor porque en un pasado distante llegó a habitar tus días y tus noches —aunque hoy sean recintos deshabitados— y a lo lejos, muy de lejos, te haya parecido haberlo visto pasar. Sea de una u otra forma, estas razones científicas, que revelan su naturaleza más afable, te basten para volver a creer en él y decidas aferrar tu vida a su efímera eternidad.
El amor te hace más feliz
“El mundo nace cuando dos se besan. El mundo cambia si dos se miran y se reconocen. El mundo se despoja de sus máscaras. El mundo reverdece si sonríes”.
Octavio Paz
Entre 1972 y 2004, un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard concluyó trás un estudio que existen dos pilares fundamentales en una vida plena y feliz. El primero es el amor; el segundo, adoptar un modo de vida a través del cual seguir amando.
Según George Vaillant, psiquiatra encargado de dirigir la investigación llevada a lo largo de 75 años, la clave está en las conexiones humanas creadas durante la vida, ya sea a través del amor de pareja o por medio de un tipo distinto de amor: uno erigido mediante el arte y la vocación. “Las conexiones son alegría”, asegura Vaillant. “La Madre Teresa tuvo una infancia perfectamente terrible y su vida espiritual interna fue muy dolorosa, pero halló la plenitud dedicándose a cuidar de otros. El secreto de Beethoven, por otro lado, fue ser capaz de zafarse de la miseria a través de su arte… De conectar con su música”.
Amar y ser amado también influye en el nivel de gratitud que somos capaces de mostrar hacia los demás, lo cual incide directamente en nuestra felicidad. Conforme un boletín publicado en 2011 por la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, la gratitud permite a las personas reconocer una fuente de bondad y bienestar fuera de sí mismas, de su individualidad. De esta manera, establecen vínculos con mayor facilidad y, a mayor número de enlaces, mayor número de fuentes de bondad y bienestar.
El amor te sana
“Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me bastaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor”
Mario Benedetti
Un estudio realizado por la Universidad de Wisconsin y la Universidad de Virginia comprobó que tomar de la mano a la persona amada puede disminuir el estrés y el miedo debido: durante este gesto de apoyo, el cerebro envía un mensaje al cuerpo, eximiéndolo de la obligación a ejercer demasiado esfuerzo. Es crear la sensación de contar con un soporte, una compañía, algo así como: “no estás sólo”.
Abrazar a quien amamos contribuye, de igual modo, a curar los síntomas de la jaqueca y la migraña a causa de la liberación de hormonas analgésicas, mientras que el solo hecho de ver una fotografía del ser amado puede ser suficiente para reducir considerablemente ciertas manifestaciones de dolor físico.
El amor puede hacerte vivir más tiempo
“Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo. El puño de mi corazón está golpeando, llamando. Te agradezco a los cuentos, doy gracias a tu madre y a tu padre, y a la muerte… que no te ha visto”
Jaime Sabines
Un estudio publicado por la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego reportó que la presencia del ser amado tiende a producir en las parejas una disminución favorable en los niveles de presión sanguínea, debido a la seguridad transmita por la sensación de pertenecer a una situación conocida. Aunque es necesario profundizar en el tema llevando a cabo más estudios, los resultados muestran los vínculos amorosos como un mecanismo protector contra enfermedades cardíacas, siendo esta hipótesis una suposición muy acorde con investigaciones efectuadas en Japón y Escandinavia, donde las personas que carecían de conexiones afectivas eran más propensas a una muerte prematura.
El médico austriaco Sigmund Freud, autor del psicoanálisis, escribió: Hemos de amar con tal de no caer enfermos, o bien caer enfermos si, a consecuencia del egoísmo y la frustración, somos incapaces de amar.
¿Qué nos conviene más? ¿Cómo alegrarse la vida? ¿Hay consuelo para la muerte?
La siempre sabia libertad nos ata los cordones y se cruza de brazos para vernos caminar.