Un hombre iba de vacaciones en el automóvil con su familia. Su suegra gritaba y gritaba, molestaba, era insoportable, el hombre ya se estaba poniendo nervioso, hasta que detiene el auto, se baja, abre el baúl y le dice a su suegra.
– ¡Está bien!, Venga adelante con nosotros.
– Me voy a tu casa, mami, nos peleamos otra vez. Eso le servirá de castigo.
– ¿Qué clase de castigo es ése de venirte a mi casa? Si lo que quieres es castigarlo, mejor yo me voy a la tuya.
Una madre a su hija:
– Es tan desagradable tu último novio, ¡qué seré su suegra con verdadero placer!
Entra el pretendiente de Carolina en casa de sus futuros suegros y dice:
– Muy buenas. Soy paramédico y venía para pedir la mano de su hija.
– ¿Para qué?
-Paramédico.
Varias personas se detienen frente a un edificio de apartamentos, atraídos por los gritos que vienen del balcón del séptimo piso. Se observa que un hombre trata de tirar del balcón hacia abajo a una viejita. La viejita se agarra con las últimas fuerzas de la baranda y grita.
La gente empieza a protestar:
-¡Suelta a la pobre mujer! ¡Asesino!
El hombre del balcón vocea:
-Es mi suegra…
Un minuto de silencio, luego un hombre de la multitud dice:
-¡Miren cómo se agarra esa desgraciada!
-¡Otra vez los cuervos se me han comido la cosecha!
-Pero hombre, haz como yo, pon un espantapájaros.
-Sí, ya tengo, pero como si nada.
-Lo que tienes que hacer es pegarle una foto de mi suegra.
-¿Y eso es efectivo?
-Mira, a mí los cuervos no sólo no se me han comido la cosecha, sino que me han devuelto la del año pasado.