Da Vinci también cometía errores
Los centros comerciales tienen de todo. Es más, aun lo que no necesitemos lo compramos. Isabella no se antoja sino de entrar a los 245 locales de cada uno de ellos.
Este fin de semana, quiso jugar, correr, sentarse, buscar niños de su edad para sentarse a compartir con ellos y a conversar acerca de sus inquietudes. Cumplirá 10 años el 14 de mayo.
De pronto, como por arte de magia, vio los juegos y allí entramos. Jugó como nunca. Entró a todos y sacó las fichas para reclamar premios. Jugamos un rato donde a ella tanto le gusta.
Al salir, encontramos que estaban los cuadros para pintar. Se detuvo y eligió uno. Pidió lo necesario, se sentó y empezó a pintar.
Estuve un poco distante para que se concentrara y no tuviera problemas con su obra de arte. Antes de terminar, me arrimé, me senté a su lado y miré una pintura con bellos colores. De pronto, le dije: “te saliste de la línea”
Me miró y sin sorprenderse mucho, me contestó: “Da Vinci también cometía errores” y sin inmutarse, continuó pintando. Yo quedé como Condorito: “plop”
Los niños y jóvenes tienen demasiadas ideas, frases, emociones que muchas veces no vemos, ni analizamos. Ellos, con las tecnologías, hacen, escriben, leen, inventan, pintan, complementan. Son diferentes a los mayores.
Nos fijamos en los detalles, los errores y no entendemos que son capaces de muchas cosas. Los niños y los jóvenes están involucrados en una época maravillosa que les está entregando todo.
Algunos desaprovechan este momento, la lectura, el arte, la tecnología por dedicarse a otros menesteres, pero la gran mayoría quiere destacarse, descollar, triunfar con base en lo novedoso. La tecnología invita a meterse en diferentes mundos, pero algunos no entienden esto.
Por la frase de Isabella, entendí que ella escudriña muchos elementos y es capaz de salir adelante, dar respuestas demasiado adecuadas y sorprendentes. Ella, una niña de casi 9 años, está dispuesta a ser cada día mejor. Ella sabe que la vida es linda y la disfruta cuando dibuja, ríe, sueña, se expresa, juega con otros niños.
Me regaló una de sus pinturas y me dijo: “Abuelo, para que te acuerdes de mí, siempre”. Fue a mi oficina y sin que me diese cuenta, me dejó dos hojas en la cartelera: “Abuelo, te quiero mucho, eres especial. Te quiero mucho”
Solo sé que un padre está para educar, pero un abuelo siempre ha estado para malcriar y consentir. Ahora, cuando la hija de mi hija llegue a Canadá, empezarán los regaños de mi hija, porque dirá que nunca la traté así. Yo, como siempre, le contestaré: “Lástima que no nazcan primero los nietos”
Manuel Gómez Sabogal
manuelgomez1a@gmail.com. Imagen tomada de PhotoBucket