– Ay, Mari Carmen, la verdad es que esto del matrimonio no es lo que esperaba; estoy muy desilusionada.
– Y… ¿por qué lo dices?
– Fíjate que desde aquella noche, una semana antes de la boda, Pepe no me ha vuelto a hacer el amor.
– Eso es horrible… ¡para mí que deberías pedir el divorcio!
– ¡Pero si Pepe no es mi marido!