De acuerdo con tres estudios recientes, el ejercicio puede ser un tratamiento efectivo contra la depresión e incluso podría ayudarnos a no caer en ella. Estos estudios reúnen los resultados de investigaciones anteriores en las que participaron más de un millón de hombres y mujeres y, en conjunto, sugieren claramente que realizar ejercicio de forma regular afecta nuestro cuerpo y cerebro de tal manera que nos vuelve resistentes a la desesperación.
Durante mucho tiempo, los científicos se han preguntado si la actividad física afecta la salud mental y cómo lo hace. Aunque sabemos que el ejercicio modifica el cuerpo, aún no es claro cómo este afecta el estado de ánimo y las emociones.
Los estudios que se han hecho en el pasado en ocasiones han generado confusión en lugar de aclarar el tipo de conexiones que hay entre cuerpo y mente. Algunos ensayos controlados y aleatorizados han encontrado que los programas de ejercicio, los cuales a menudo implican una caminata, alivian los síntomas en las personas con depresión grave.
Sin embargo, muchos de estos estudios son relativamente pequeños o tienen otras deficiencias científicas. Un análisis importante de estudios relacionados con el ejercicio y la depresión realizado en 2013 concluyó, con base en la evidencia disponible en ese momento, que era imposible establecer si el ejercicio mejoraba esta condición. Otros análisis anteriores también se han preguntado si la evidencia ha sido suficientemente clara como para afirmar que el ejercicio puede prevenir la depresión.
Sin embargo, un grupo de investigadores sobre salud pública en el ámbito internacional consideró que estudios recientes y un análisis más riguroso de la evidencia estadística podrían ofrecer argumentos a favor del ejercicio como tratamiento y protección en contra de la depresión.
Así que, para llevar a cabo estos nuevos análisis, primero reunieron todos los datos más recientes y los estudios mejor diseñados sobre depresión y ejercicio.
Después, en el que quizá sea el más innovador de estos nuevos estudios, publicado el mes pasado en Preventive Medicine, se concentraron en la cuestión de si el ejercicio podía ayudar a evitar que una persona desarrollara depresión.
Los científicos sabían que muchos de los estudios anteriores alrededor de este tema habían dependido de que las personas reportaran la cantidad de ejercicio que hacían. Sin embargo, los seres humanos tendemos a ser muy poco confiables en cuanto a lo que recordamos sobre el ejercicio que hicimos.
Así que los investigadores decidieron usar solo estudios que habían medido de manera objetiva el acondicionamiento aeróbico de los participantes, el cual aumenta o disminuye dependiendo de cuánto se ejercita alguien. Asimismo, determinaron la salud mental de sus participantes con una prueba estándar al inicio y al final de los estudios; el tiempo de seguimiento exigió que los estudios se realizaran durante al menos un año o, de preferencia, más tiempo.
Finalmente, encontraron varios estudios previos a gran escala que cumplían sus criterios. En conjunto, contenían datos de más de 1.140.000 adultos, hombres y mujeres.
En este más de millón de personas, la relación entre buena condición física y salud mental resultó ser considerable. Cuando los investigadores dividieron el grupo en tercios, con base en la capacidad aeróbica de las personas, aquellas con menor condición física eran 75 por ciento más propensas a ser diagnosticadas con depresión que el grupo de personas con la mejor condición. Aquellos en el tercio del medio fueron casi 25 por ciento más propensos a desarrollar depresión que los que gozaban de la mejor condición.
En un estudio independiente (algunos de los científicos participaron en ambos análisis), los investigadores observaron si el ejercicio podría ser útil como tratamiento antidepresivo. En este análisis, publicado en junio en la Journal of Psychiatric Research, reunieron datos de 25 estudios previos en los que personas clínicamente diagnosticadas con depresión comenzaron algún tipo de programa de ejercicio. Cada estudio tenía que incluir un grupo de referencia que no hiciera ejercicio y fuera metodológicamente sofisticado en el resto de sus aspectos.
Los autores aseguraron que el conjunto de resultados demostró de manera convincente que el ejercicio, en especial si es moderadamente extenuante —como caminar a buen ritmo o trotar— y supervisado (para que las personas completen el programa) tiene un “efecto importante y significativo” en la depresión. La salud mental de las personas tendió a mejorar de manera manifiesta cuando se mantenían físicamente activas.
El análisis final ofrece algunas evidencias sobre el porqué. Publicado en febrero en Neuroscience and Behavioral Reviews, revisa la difícil cuestión de qué es lo que ocurre en nuestros cuerpos durante y después de ejercitarnos y cómo eso puede afectar y mejorar nuestros estados de ánimo. Los investigadores analizaron 20 estudios previos en los que los científicos tomaron muestras sanguíneas de personas con depresión grave después de que habían hecho ejercicio. Las muestras en general indicaron que el ejercicio reducía significativamente varios marcadores de inflamación y aumentaba los niveles de distintas hormonas y otros bioquímicos que se cree contribuyen a la salud mental.
No obstante, los investigadores también advierten que la mayoría de los estudios fisiológicos que revisaron eran demasiado pequeños y de muy corto plazo, por lo que no se puede llegar a conclusiones firmes sobre el impacto del ejercicio sobre el cerebro y la tristeza.
Aun así, estos tres análisis presentan fuertes argumentos en favor del ejercicio como un mecanismo para fortalecer tanto la salud física como mental, afirmó Felipe Barreto Schuch, científico del ejercicio en el Centro Universitário La Salle en Canoas, Brasil, quien, junto con Brendon Stubbs, profesor en King’s College en Londres, fue el autor principal de todos los análisis.
Todavía se necesitan muchos otros experimentos para determinar la cantidad y el tipo de ejercicio ideales que puedan ayudar tanto a prevenir como a tratar la depresión, aseveró el Dr. Schuch.
Por lo pronto, aconsejó a cualquiera que se sienta abrumado con lo que está sucediendo en la actualidad, o con la vida en general, que vaya a correr o a dar una vuelta en bicicleta. “El principal mensaje” que sus colegas y él envían “es que la gente debe mantenerse activa para mejorar su salud mental”.
Vía NY Times