La madurez, ante un proceso de separación con hijos de por medio, se refiere a la posibilidad adulta de responder con comportamientos ajustados, es decir no impulsivos ni infantiles a las diferentes situaciones que se presenten. Regular los estados emocionales para poder funcionar como padres presentes y contenedores, aun estando tristes o enfadados.
Esta actitud puede en algunas personas surgir naturalmente, aunque habitualmente requiere de un fuerte trabajo personal con el firme propósito de asumir esta posición. A veces se logra en forma autodidacta –con lecturas de libros y guías al respecto-, otras veces requiere de apoyo que puede ser desde un guía espiritual hasta un profesional psicoterapeuta. Entre las prácticas y compromisos que los padres deben adquirir con sus hijos, están:
Proponerse responder con sensatez
Plantearse evitar planteos o respuestas que puedan despertar reacciones defensivas en el otro: dos personas que se conocen bien, saben las formas sutiles o groseras de atacarse. Por ello pueden activar actitudes de defensa, que por supuesto implican un monto de tensión, con un resultado de tirantez que siempre es negativo.
Regular los comentarios
Todo lo que se hable respecto de la expareja y la forma en que se exprese, representa información que los pequeños absorben. El contenido de lo que se diga –aún cuando se está hablando con otra persona y ellos oigan- y el cómo se dice, son un estilo de manifestación: si el modo es agresivo, culpabilizador, cínico o sarcástico es entonces una pésima idea porque confunde al niño, haciendo que sea más difícil armar y organizar esta nueva realidad que se le presenta.
Cuidar los gestos hacia el otro padre
La manera de dirigirse hacia el otro padre, y de referirse a la situación de la separación –que es nueva para todos-, debe ser muy cuidada a cada instante. Mantener un tono neutral es la gran meta y, por supuesto que en medio de la revolución emocional que implica tomar nuevos caminos, podría parecer ideal o inalcanzable. Ahora, si sirve de motivación tenerlo en cuenta, se trata del principio fundamental para una adecuada elaboración de esta delicada circunstancia que no ha sido elegida por los hijos.