Por Manuel Gómez Sabogal
Oficina de Relaciones Internacionales en la EAM. Quedaba en el bloque B, primer piso, enseguida de la Vicerrectoría Académica. Allí, puertas abiertas para recibir estudiantes, docentes y egresados interesados en prácticas en el exterior, club de inglés y otras funciones y actividades inherentes al cargo.
En el bloque B, se distribuyen los estudiantes de Administración de Empresas, Negocios Internacionales, Hotelería y Turismo. Un día cualquiera, entró a la oficina una joven estudiante de Negocios internacionales. Érika su nombre. Se sentó y me preguntó por todas las funciones de la dependencia, buscando la mejor opción y, además, con la idea de conocer qué más se hacía allí.
Luego, preguntó por la posibilidad de viajar al exterior a practicar inglés o a realizar un posgrado. Inmediatamente, le entregué unos folletos y, además, le sugerí que una buena oportunidad sería viajar como au pair. Le gustó y decidí llamar a la persona a cargo.
Desde Manizales, vino la persona encargada y se entrevistó con Érika. No hubo una respuesta afirmativa, pues entre las respuestas de Érika estaban la de no tener familia y vivir en un hogar auspiciado por el ICBF.
Después de ello, llamé a Érika y hablamos. Me contó algo sobre su vida. Su difícil vida. Sus estudios de primaria y bachillerato, los había realizado, gracias al ICBF. Desde pequeña había estado en lugares de acogida como ahora, pues se hallaba en San Juan Bosco y desde allí venía a estudiar su carrera.
Quise abrazarla, pero me lo impidió. – No, por favor, no me gustan los abrazos y menos de hombres mayores. Han querido hacerme mucho daño… Me puse a pensar e imaginé su tortuosa vida, llena de peligros, gracias a su vulnerabilidad.
Un día, estando en mi oficina, entró y me saludó muy formal. Fuimos a la cafetería, tomamos algo y para mi sorpresa, al final me abrazó fuertemente. Le dije que no entendía por todo lo que me había dicho y contado. Me dijo que le daba confianza y que me agradecía el cómo la trataba. Fue algo emocionante, pues no lo esperaba.
Una noche, mi hijo y yo íbamos para nuestra casa, cuando la reconocí. Caminaba, pues acababa de dejar el bus. La llamé y le dije que subiera al vehículo, que la llevábamos con gusto. Accedió. En la vía, apagué las luces y le dije a mi hijo: a esta oscuridad se enfrenta ella cada noche para llegar a su casa.
¿La razón? Su carrera era nocturna y la salida a las 9, 9:30 de la noche. Para llegar a su alojamiento debía caminar desde la intersección de la vía Chagualá y la avenida Centenario hasta San Juan Bosco, vía casi que sin iluminación en la noche.
Quedó en su residencia y al regreso, le dije a mi hijo: hay jóvenes que deben sacrificarse demasiado para lograr algo en sus vidas. Así que no puede desaprovechar oportunidades para ser mejor.
A los pocos meses, en 2013, Érika se graduó como Administradora de Negocios Internacionales. Luego, viajó a Bogotá y laboró en el aeropuerto.
Actualmente, reside en Estados Unidos, habla inglés, compone canciones, hace poesía, pinta, toca guitarra, canta y vive feliz.
Érika es una triunfadora.
Yo soy un libro abierto a tiempo completo, muy pocas veces me he cerrado el cuerpo para que no hable. No voy a contracorriente con mis emociones, tampoco proceso mucho antes de mostrarme. Es un don.
Erika- @erikarubio68