- Aprendí que la distancia puede causar nostalgia, pero nunca olvido…
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Aprendí que no importa lo que suceda, o lo ruin que parezca el día de hoy, la vida continúa, y el mañana será mejor.
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Aprendí que se puede conocer bien a una persona, por la forma en que reacciona ante tres cosas:
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– un día lluvioso,
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– un equipaje perdido y
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– los haces de luces de un árbol de Navidad que se entrelazan.
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Aprendí que, no importa el tipo de relación que tengas con tus padres, sentirás su falta cuando ellos no estén.
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Aprendí que “saber ganar” la vida no es lo mismo que “saber vivir”.
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Aprendí que la vida, a veces, nos da una segunda oportunidad.
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Aprendí que vivir no es sólo recibir, también es dar.
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Aprendí que si buscas la felicidad, te ilusionas. Pero, si centras la atención en la familia, en los amigos, en las necesidades de los demás, en el trabajo y en intentar hacer lo mejor, la felicidad te encontrará.
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Aprendí que siempre que decido algo con el corazón abierto, generalmente acierto.
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Aprendí que cuando siento dolor, no necesito ser un dolor para los demás.
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Aprendí que diariamente necesito llegar y tocar a alguien. A las personas les gusta un toque humano, sentir una mano amiga, recibir un abrazo afectuoso, o simplemente una palmada amistosa en la espalda.
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Aprendí que aún tengo mucho que aprender.
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