
¿Y si la clave de la felicidad no fuera lo que nos han dicho?
Durante décadas, hemos escuchado que encontrar un propósito profundo en la vida es esencial para la felicidad. Las investigaciones lo respaldan: tener un propósito se ha relacionado con una mejor salud, una mayor longevidad y un mayor bienestar general. Sin embargo, uno de los estudios más sólidos sobre la felicidad, el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo de Adultos, que ha seguido a participantes durante más de 80 años, descubrió que el predictor más sólido de la felicidad no es el propósito en absoluto, sino las relaciones.
Esto parece una contradicción: si el propósito conduce a la felicidad, pero las relaciones son en realidad el factor más significativo, ¿cómo conciliamos estos hallazgos? Creo que la respuesta reside en redefinir el propósito, no como una gran misión vital, sino como algo mucho más accesible y práctico.
Propósito con «p minúscula»: Un conducto para la conexión
Mucha gente piensa en el propósito como una misión vital única y global —lo que podríamos llamar Propósito con «P mayúscula»— pero, en realidad, un tipo diferente de propósito, el propósito con «p minúscula», es lo que alimenta la felicidad. El propósito con «p minúscula» está orientado a los procesos. Son las actividades, pasiones e intereses cotidianos los que nos iluminan, no porque contribuyan a un gran objetivo existencial, sino simplemente porque nos brindan alegría y plenitud en el momento.
Y aquí está el secreto: el propósito con «p minúscula» conduce naturalmente a conexiones interpersonales más profundas.
Cuando participamos en actividades que realmente nos entusiasman, mostramos nuestra mejor versión, la más energizada. La gente se siente atraída por eso. Cuando nos dedicamos a algo significativo —ya sea pintar, escribir, enseñar o incluso hablar de finanzas personales— atraemos a otros que comparten esos intereses. Estas pasiones compartidas crean comunidades. Forjan relaciones. Y, en última instancia, conducen a la felicidad.
Un viaje personal: Del agotamiento a la pertenencia
Lo he vivido en primera persona. Como médico, no sentía un propósito definido en mi trabajo. La medicina es innegablemente importante, pero no me involucraba en ella de una manera que fomentara un sentido de pertenencia. Llegaba, hacía mi trabajo y me iba a casa. No formaba parte de una comunidad médica próspera ni participaba en la defensa de la salud. No me sentía particularmente conectado con la profesión ni con quienes la integraban.
Entonces ocurrió algo inesperado. Descubrí las finanzas personales y empecé a escribir un blog y un podcast sobre ellas. Esto me iluminó, un ejemplo perfecto de propósito con p minúscula. No empecé a escribir porque quisiera cambiar el mundo ni dejar un legado; simplemente lo disfrutaba. Pero al seguir esta pasión, ocurrió algo profundo:
- La gente se puso en contacto conmigo. Los lectores me enviaban correos electrónicos, los oyentes interactuaban con mis podcasts y otros entusiastas de las finanzas querían colaborar.
- Se formó una comunidad. Conecté con personas afines, y estas relaciones se convirtieron en una fuente de profunda alegría. Me presenté como mi mejor versión. Hablar de finanzas personales despertó mi energía, creatividad y autenticidad, lo que naturalmente atrajo a otros.
- Años después, ahora dedico mucho menos tiempo a ejercer la medicina y mucho más a escribir, dar conferencias y hacer podcasts. ¿Y el cambio más importante? Soy mucho más feliz. Me siento más conectado que nunca con las personas que me rodean. Me despierto entusiasmado con mi trabajo, no porque haya encontrado un propósito de vida único y grandioso, sino porque participo en actividades que me brindan alegría y, al hacerlo, he construido relaciones significativas.
La ciencia detrás del propósito y la felicidad
La investigación respalda esta idea. El propósito contribuye al bienestar, pero no necesariamente de la forma en que pensamos. Un estudio publicado en JAMA Network Open descubrió que tener un sentido de propósito estaba relacionado con tasas de mortalidad más bajas en adultos mayores. Otro estudio en Psychological Science sugirió que las personas con un fuerte sentido de propósito experimentan mejores resultados de salud física y menores niveles de estrés.
Pero lo que a menudo se pasa por alto es por qué el propósito tiene estos efectos. Cuando participamos en actividades con propósito, no solo «encontramos significado» en abstracto, sino que conectamos. Las personas con propósito tienden a tener redes sociales más sólidas, mayor participación en sus comunidades y relaciones interpersonales más satisfactorias, precisamente lo que el estudio de Harvard determinó como la base de la felicidad.
La verdadera lección: Céntrate en el proceso, no solo en el propósito
Muchas personas tienen dificultades para «encontrar su propósito» porque buscan un propósito con P mayúscula: una misión única y grandiosa que defina su vida. Pero así no es como funciona realmente el propósito (ni la felicidad). En cambio, deberíamos centrarnos en el propósito con p minúscula: las pequeñas actividades diarias que nos llenan de energía.
- ¿Te gusta pintar? Únete a un grupo de arte.
- ¿Te apasiona el fitness? Empieza a entrenar con otros.
- ¿Te fascina un tema específico? Escribe sobre él, habla de él y conecta con otras personas a quienes también les interese.
La clave está en seguir las cosas que te entusiasman de forma natural, no porque esperes que te lleven a una gran revelación, sino porque crean oportunidades para conectar. Y eso, al final, es lo que realmente impulsa la felicidad.
Reflexiones finales
Las personas más felices no son necesariamente las que han descubierto su gran propósito en la vida. Son las que han encontrado maneras significativas de conectar con los demás a través de actividades que les brindan alegría. El propósito es importante, pero no porque sea la meta en sí misma; es el puente hacia las relaciones, y las relaciones son lo que hace que la vida sea plena.
Así que, en lugar de preguntar: «¿Cuál es mi propósito?», quizás una mejor pregunta sea:
«¿Qué me ilumina?»
Sigue esa línea. El resto se dará solo.