Por Manuel Gómez Sabogal
El día que juzguen a los políticos corruptos, creo en la justicia colombiana. El día que dejen de enviar a la casa por cárcel a los de cuello blanco, creo en la justicia colombiana. El día que encarcelen a todos los aprovechados de los bienes públicos, creo en la justicia colombiana. El día en que los senadores y representantes no se escuden en inmunidades viciosas, creo en la justicia colombiana. Por ahora, sigamos leyendo, escuchando y viendo todas las atrocidades de quienes están allá arriba.
País de hipócritas y de doble moral. Mejor dicho, «este es un país de cafres». ¿Recuerdan esa frase? Tiene vigencia. Y para qué nos desgastamos escribiendo en Facebook, Twitter y todas las redes sociales. Quienes están arriba se siguen burlando de lo que decimos nosotros.
Pero, no hay derecho que los integrantes de la Corte Constitucional también sean así. No hay derecho, porque toman todo como si estuviesen en un recreo escolar. Nada les duele, nada les importas, nada les preocupa. Ni siquiera que se destapen ollas podridas y que todos sepamos que la corrupción está acabando con nuestro país.
Se van del país o envían a sus familias al exterior para evitar un juicio, porque para ellos, la justicia es injusta. Qué vergüenza de personajes. Hasta ellos dudan de la justicia en Colombia.
Porque no es la guerrilla, no es la violencia lo más preocupante en este momento. Es la corrupción que pulula por donde miremos. En casi todos los estamentos hallamos corrupción. Es la palabra de moda en cualquier corrillo, en cualquier reunión. Se habla pasito, se conocen historias, pero como siempre, todo sigue de mal en peor. Todo está mal, aunque digamos que está bien.
Los jóvenes copian el ejemplo. Y el ejemplo es ese que todos vemos en las altas esferas, porque miramos a quienes nos deben dar ejemplo de vida, ejemplo de ética. Así como escuchamos o leímos hace algunos días: “La ética no tiene nada qué ver con el derecho”. Hermosa frase digna de un corrupto.
A muchos jóvenes no les está importando si delinquen, si roban, si hacen daño, porque para muchos de ellos, es copia de lo que ven, de lo que de pronto, “admiran”.
Este país merece un cambio, porque es maravilloso. Sin embargo, para que ese cambio ocurra, en esta época de compra y venta de conciencias, deben empezar a luchar contra la politiquería, la corrupción, la manipulación.
No son los políticos los únicos culpables de los que sucede, acontece, ocurre y pasa. Somos nosotros que nada hacemos para que todo cambie. Es el momento preciso para atacar la corrupción, esos modelos indignos de hacer política. Es el momento para luchar por la verdadera política que es el servicio.
Cada día hay más y más corrupción en un país que merecería respeto y honestidad. Encarcelan a los de cuello blanco (¿por qué ese nombre tan extraño?) en sitios con todas las comodidades. Es decir, no parecen detenidos, presos, enjaulados, sino “honorables” delincuentes a quienes se les debe conceder honores, así sean la peor lacra del país.
El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es «el fin justifica los medios».
Georges Bernanos