Por Alberto Ray – AlbertoRay.com
Si bien, es indispensable un nuevo mindset para enfrentar el mundo líquido, moverse con éxito a través de él, requiere un marco estratégico que le permita a las organizaciones ensamblar una estructura ágil y altamente adaptativa, definida en principio por dos grandes ejes: una visión no lineal de la realidad y la capacidad de autoorganización no centralizada.
En tal sentido, la no linealidad se refiere a un razonamiento en el cual las relaciones entre causas y efectos no son necesariamente proporcionales, directas o evidentes, por lo que entender la realidad exige un análisis más detallado de los cambios. Una estrategia líquida, por tanto, no puede conformarse con lo obvio y necesita profundizar en su diseño y ejecución. La no linealidad implica reconocer la complejidad y la interconexión de fenómenos emergentes, así como el entendimiento de que pequeños cambios pueden generar impactos significativos en los resultados. La visión estratégica líquida reconoce que los resultados o propiedades de la realidad pueden surgir de manera impredecible a partir de la interacción de sus componentes. Estas propiedades emergentes usualmente son difíciles de prever simplemente observando los componentes individuales, por lo que un modelo anticipativo de comprensión de la realidad es indispensable.
Por otro lado, la complejidad no responde a patrones impuestos o altamente jerárquicos de estructuración, opera con esquemas espontáneos en los cuales la interacción entre los componentes del sistema se autoorganiza, sin necesidad de una dirección externa. En tiempos líquidos, las empresas deben ser capaces de fluir con las variaciones de su entorno, potenciándose a través de la formación de alianzas y asociaciones estratégicas de manera ágil y temporal, en un proceso de convergencia por agendas o intereses. Esto permite aprovechar las oportunidades emergentes y adaptarse a las circunstancias cambiantes.
En este punto quisiera hacer un crossover filosófico para plantear una manera de formular una estrategia líquida. Soren Kierkegaard, el padre del existencialismo, propuso una forma única de aproximarse y comprender la realidad. Según el filósofo no podemos acceder a la realidad exclusivamente a través de la razón, se requiere experimentar el entorno de manera existencial, es decir, tenemos que vivir la realidad individual en toda su complejidad a fin de decodificar el mundo que nos circunda. La comprensión de la realidad (y la verdad) será un proceso subjetivo y particular para cada quien, adaptado a sus circunstancias en plena interacción con su entorno. No habrá, por tanto, dos estrategias iguales, ya que las organizaciones deben transitar la experiencia de existir en su realidad como componente indispensable para trazar un curso de acción.
La formulación de estrategias para el mundo líquido no puede ocurrir en un laboratorio aislado del entorno, en pleno control de las variables. Al contrario, una estrategia líquida es adaptativa e inicia con la identificación de las condiciones iniciales, a las cuales es altamente sensible. Las organizaciones necesitan existir en su propia realidad para poder aprovechar las oportunidades que ofrecen los fenómenos emergentes, que al ser impredecibles, exigen agenciarlos con gran agilidad. La planificación estratégica se torna en un devenir, entendido como el proceso o estado de cambio que se produce en el tiempo y el espacio.