La falta de sexo se nota
El mal humor y la antipatía se tornan constantes cuando no hay acción en la cama.
Nadie duda de los beneficios que a la salud le reporta el sexo genuino y frecuente.
De hecho, abundan los estudios que demuestran que no hay órgano que deje de vivir los favores, directos o indirectos, de las encamadas. Pero desconocía análisis que dieran cuenta de las señales que indican que alguien está mal atendido bajo las sábanas. En otras palabras, los males y dolencias causados por la falta de sexo.
Acabo de encontrarme un estudio de verdad impresionante hecho en la Universidad de Tufts (Massachusetts, EE. UU.) y publicado en el Journal of the American Medical Association (Jama).
Sus autores empiezan por alertar que si las mujeres tienen menos de tres polvos por semana, el riesgo de que sufran un infarto se multiplica por 3,5.
Y hay más: cuando la carencia se prolonga en el tiempo, el impacto en la autoestima es brutal. Afloran sentimientos de inseguridad e insatisfacción con lo que hacen, y la percepción de sentirse fea campea sin demora.
Se empieza a dormir mal; como no hay orgasmos, tampoco se liberan oxitocina ni endorfinas, dos hormonas que actúan como sedantes y relajantes naturales, lo que desliza al organismo hacia un insomnio crónico con todas sus consecuencias.
De acuerdo con Issa Dahabreh, autora principal de la investigación, el mal humor y la antipatía de las mujeres alejadas del lecho se vuelven constantes, a no ser que dicha falencia sea compensada, al menos, con ejercicio regular.
Como la actividad sexual mejora, proporcionalmente, los niveles de oxigenación y de irrigación sanguínea a nivel cerebral, esto se convierte en un seguro contra la pérdida de memoria y el estrés. También eleva las defensas. En consecuencia, la veda coital las torna olvidadizas, enfermizas y también hace que se vean más viejas.
¿Les parece extraño? Me explico: las relaciones sexuales estimulan la producción de colágeno, esa proteína que se encarga de mantener la piel suave y estirada.
No hay nada que hacer: si no vamos a la cama con frecuencia, empezamos a mandar unas señales que la gente detecta: aburridas, insomnes, arrugadas, gruñonas, flácidas y con acné; esta puede ser la carta de presentación de una mujer que atraviese por una sequía amatoria prolongada.
Ahora, los señores tampoco se quedan atrás. El sexólogo argentino Norberto Litvinoff, reconocido estudioso de estos temas, señala que a ellos los irrita profundamente la falta de sexo con sus parejas estables, y encuentran detestables las disculpas de ellas en la cama, entre otras razones porque los llenan de inseguridades. De ahí a que empiecen a saltar a otros catres no hay sino un paso.
Lo bueno de todo este asunto es que el remedio está a la mano: más sexo, como mínimo dos veces por semana. Y la receta, que quede claro, no la pongo yo, sino los mismos estudios. Hasta luego.
Vía El Tiempo