Manuel Gómez Sabogal
…Pero quedan los recuerdos. Maravillosos lugares, sitios increíbles que ya no están. Pasaron a formar parte de la historia, de la memoria.
Ahora, a mi edad, me siento feliz. Estoy en el otoño de la vida, pero valió la pena haber vivido mi época de juventud. Momentos maravillosos en una estación de primavera genial.
Hoy, en el otoño de la vida y en la sala de despegue, siento como si estuviera en un verano espectacular. No importa el invierno, porque la primavera, el verano y el otoño han sido increíbles…
Definitivamente, en Armenia, hace muchos años, como cuando yo tenía casi 20, o, mejor dicho, en plena juventud, había sitios y lugares demasiado conocidos y reconocidos por los quindianos.
Hoy, recuerdo con mucho orgullo y gracias a la memoria de algunos amigos, quienes con sus comentarios me ayudaron a elaborar esta nota, esos lugares a los cuales algunos acudíamos o de pronto, menciono algunos que no tuve el placer de conocer.
Cómo olvidar la Feria de los plátanos. Un restaurante em medio de los jeeps de los plataneros. Allá enseguida del centro de rehabilitación de mujeres. Llegaban todos a ofrecer los plátanos, pero lo más importante era que allí estaba el restaurante. ¿Quién no fue allá? Había filas a la espera de un puesto para degustar los almuerzos que allí ofrecían. Muchas personas importantes, escritores, poetas, empresarios iban a ese fantástico lugar.
Luego se pasaron a la calle 26 con carrera 16 esquina. Pero el mejor restaurante era allá donde llegaban los jeeps.
Los teatros o mejor, los cinemas fueron muy importantes: Izcandé, Colombia, Bolívar, Yuldana, Tigreros, parroquial del Sagrado Corazón de Jesús…
En el parque Uribe, recuerdo la fuente de soda La Fontana, en la esquina de la carrera 13 con calle 28. Allá iba con una bella y maravillosa dama a tomar gaseosa y a charlar un rato. Éramos dos novios llenos de amor, afecto y mucho respeto. Porque ella era muy tierna y la ternura dominó esa relación juvenil.
Y el Yura y Katay, mis vecinos de la carrera 20 y la 21. Época espectacular en el sector del parque Valencia. Inolvidables momentos.
La Canasta (carrera 15, calle 20 esquina), El Dombey Carrera 15, calle 21 esquina) La Fragata (Segundo piso frente a La Canasta), sitios preferidos por los jóvenes de la época. Las niñas pasaban por la 15 con sus uniformes y nosotros los pelados estábamos en alguno de esos sitios, viendo ese bello desfile de lindas colegialas.
En las tardes, El Dombey, La Fragata, y La Canasta permanecían llenos. Las tardes veraniegas eran las mejores para las reuniones de jóvenes en ese sector.
La Última Curva, lugar preferido para quienes tomábamos un poco o para pasar la borrachera, íbamos allí a buscar un caldo o una chuleta. Nos atendía don Rubén Botero. Allí, al lado del Teatro Yanuba, lo mejor de lo mejor en comida (el curvazo, lengua, sobrebarriga, lomito de cerdo y calditos para borrachos).
Tampoco se puede olvidar la famosa Lonchería Colombia en la carrera 18 entre calles 20 y 21. Su propietario César Naranjo Arango siempre estaba allí, listo a atender a toda la clientela fiel. Era un gran sitio para visitar en la noche y comer como locos.
La Campana, frente al parque de los Fundadores y La Manzana Azul, en los bajos del hotel Izcay en la esquina de la calle 22, lugares geniales para la vida nocturna de los años juveniles.
Y ni hablar de los famosos amanecederos como D,’Arienzo, Chantecler, El.Mexicanazo,. Doy pocos detalles pues no los conocí, pero muchos amigos eran casi socios. Fortunato, a la salida para La Tebaida.
Mis amigos mencionaron otros lugares de la época como: Carnes Ltda. Brocardo, El restaurante Patricia. El restaurante El Grillo.
La Española en la calle 19 cerca al restaurante chino de Pedro Wang y sus famosos pasteles de piña. Sayonara en la carrera 16 donde está el banco de Occidente y la salsamentaria Germania del Flaco López quien fuera D T del Glorioso Atlético Quindío. También, en sus comienzos, La Fogata.
Otros mencionaron lugares comunes como: La Oficina, Sayonara, El Chalet (en sus inicios), y hasta el relajo de La Escalera del Ritmo, El Paletará, Darienzo, Farallones, Sinaloa, Jamaica, La Fonda Puerto Espejo.
El estadio San José, lugar de encuentros de futbol y de un Atlético Quindío que nos dio muchas alegrías.
Cómo olvidar la estación. El tren que salía a las 6 de la mañana para Cali. Usuarios llenos de fervor para montar en el tren. Tampoco se puede dejar de lado el aeropuerto El Edén.
Algunos amigos visitaban lugares muy particulares y reconocidos sitios como la casa de “La polla” Libia, la casa de la señorita Tulia Rendón, pero había mucha confianza con ella y le decían “La ñata” Tulia, también es famosa la casa de “La china” Fanny en la calle 34 con carreras 18 y 19. Todavía está la casa con su desteñido color amarillo. Y ni qué decir de la casa de Zenobia. ¡Ah, muchachos fogosos!
Sé que muchos de estos puntos marcaron nuestra juventud. Años de paz, tranquilidad, sin muchas riñas, peleas o pandillas.
Me van a disculpar si no menciono algunos de esos puntos, pero como ya no están y el pueblo ya no es mi pueblo, no hay caso.
Se vivía muy bien, los amigos eran amigos, las barras en los barrios eran geniales y los recuerdos dan puntadas para la historia.
Yo también tuve 20 años, la juventud se va, pero los recuerdos quedan para la historia…