
Por Manuel Gómez Sabogal
No aprendemos, porque nos acostumbramos y nos acostumbramos, porque decimos que así somos y ya eso ya lo tomamos con tranquilidad. Las programaciones se hacen con base en una hora, pero comienzan treinta minutos después.
Nada pasa, porque mientras llega el que preside o el encargado estaba en otra reunión y no pudo llegar a tiempo, se debe esperar. Así mismo, mientras llega el público o los invitados, permanecemos en el sitio.
Siempre, hay disculpas para comenzar una reunión, una cita, un evento. Porque si un certamen se programa a las 8, debe ser a las 8. Debemos aprender desde ya que el tiempo es valioso y no podemos esperar, esperar y esperar a que llegue un personaje, los invitados, el público, cuando todos deberían estar a la hora indicada para dar inicio.
No entiendo cómo gerentes de empresas u otros dignatarios, figuras representativas se hacen esperar. Deberían ser los primeros en arribar a la reunión, conferencia, evento. Pero no sucede, porque ya es frecuente en ellos. Como también se considera normal pensar que si citaron a las 8 es para empezar a las 8.30.
¿Cómo comenzamos a cambiar? La puntualidad es un valor, pero no lo tenemos en cuenta. Es respeto y este debe darse siempre en todo momento y lugar. Empezamos por nosotros. Cumplir una cita, estar a la hora indicada y llegar a tiempo.
En un colegio o universidad, las sesiones deben comenzar en el horario indicado. Docentes y estudiantes deben ser capaces de cumplir con la hora de comienzo y salida, pero “apliquemos el cuarto”, frase que hizo carrera. No, así no es.
Las citas deben darse a la hora precisa para que el invitado no espere. La puntualidad implica el respeto que se muestra hacia una persona cuando llegas a tiempo a una cita o reunión.
Asistí hace poco a un evento, el cual iniciaría a las 4 de la tarde. Había invitados, pero no se tuvo en cuenta nada al respecto. El respeto se ignoró, pues el evento empezó a las 4 y 40 p.m. Así no es, así no se hace.
Debemos insistir en el respeto y la puntualidad nos lleva al mismo.
Sucede que, muchas veces, se piensa que las otras personas llegarán tarde, entonces, hacemos lo mismo. No, así no es. Vamos a cambiar. Cuando programemos una cita, un evento, lleguemos a tiempo e iniciemos con puntualidad.
Muchas veces, hablo con mis amigos y les pregunto sobre la hora en la cual nos veremos. Lo más importante es que si se dice una hora, sea esa, exactamente, para no fallar. Que ninguno llegue tarde.
Empecemos a practicar. No insistamos más en el esperar 10 o 15 minutos. La falta de puntualidad continuada es un indicador de falta de interés, pereza y desorden. Porque si hay una “agenda” mental, puede cumplirse con la programación. El día tiene 24 horas, pero no sabemos manejar el tiempo.
Empecemos, cambiemos.
Seamos puntuales y empecemos a respetar a los demás.