Por Manuel Gómez Sabogal
Hay gente buena y está en todas partes. Lo sabemos, pero el mundo moderno, ajeno a las cosas sencillas, simples, nos arrebata las emociones más agradables. Y conocer a los demás es una de ellas.
Gracias a las locuras que me he inventado, ante situaciones que me desgarran el alma, he logrado cumplir con quienes han necesitado esa ayuda, gracias a seres humanos increíbles existentes en el planeta.
Hay personas que no he tenido el gusto de conocer y han ayudado a que se cumplan las metas. Personas que, solo preguntan, dónde debo consignar o cómo se aporta. Sin importar quiénes son esas personas necesitadas. Y sin conocerme.
El primer ejemplo, tiene que ver con “Apoyo a trabajadoras sexuales y personas trans”. Después de empezar el encierro largo, prolongado y lleno de soledad para muchos, decidí arrancar con esa campaña, sin pensarlo. Una persona me escribió y me dijo: “¿dónde consigno una ayuda por si necesita?”. Le di la información y empezaron a llegar otras personas a dar apoyo.
Mercados, dinero para pagar los servicios y otros gastos. Yo no sabía qué hacer, pero seguía llegando apoyo económico. Las personas seguían aportando para esa causa.
No conozco a quienes envié dinero, mercados, ayudas. Todo lo hice a través de un amigo taxista. Él iba a cada casa, a cada sitio y entregaba los encargos. Me escribían agradeciendo la ayuda, porque sus necesidades eran muchas. Recibí $ 4.831.033, dinero que sirvió para muchos mercados y muchas ayudas. Al final, $ – 4712, fue lo que no quedó. Nunca pagué el taxi con las ayudas, sino con mi dinero.
Todos los informes se dieron a cada una de las personas que apoyaron esa idea. Así mismo, esos informes se pusieron en Facebook cada quince días. Quería que todos se dieran cuenta qué pasaba con el dinero recaudado.
Luego, me llegó la solicitud de un joven muy pobre a quien le exigían en el colegio un computador para poder seguir sus estudios. Puse la información y una persona residente en Estados Unidos, me envió el computador.
El joven grabó un vídeo, lloró agradeciendo ese gesto de la persona que le había enviado el computador y la alegría fue manifiesta.
Después, una amiga que reside en Estados Unidos, me envió $ 203.115 con un fin directo: “Búscate una madre soltera que también cuide a su madre, para esa señorita va mi envío”. Una tarea que no he podido cumplir, pues no hallo todavía, esa persona que ella quiere…
Debo escribir que, todavía no he podido cumplir con este objetivo. Ahí está el dinero, porque quiero cumplirle a mi amiga.
Y la tercera campaña, tuvo que ver con un joven a quien le robaron su computador, adquirido con mucho sacrificio, por su padre y para que el joven pudiera estudiar.
Ni era un joven cualquiera, ni un padre con dinero. Es una familia campesina que desea que su único hijo sea profesional. El muchacho no contaba que iba a conocer a un avivato, vividor y ladrón. Se aprovechó de su nobleza y un día cualquiera, lo dejó sin su herramienta de estudio.
Apabullado, fue a la casa donde vivía, contó la historia y al llamar a su papá, además del consabido regaño, la idea fue ponerlo a trabajar en la finca, porque no había dinero para otro computador.
Se me ocurrió iniciar la campaña para buscarle computador y personas increíbles, ayudaron a que se produjera ese objetivo propuesto. Había señalado una meta de $ 1.800.000, pero fue superior a esa cifra, lo recibido: $ 2.137.465. Hubo personas que aportaron para esta causa, desde Australia, Estados Unidos, Bogotá, Medellín, Armenia.
Gracias a Dios, logramos cumplir. Tan pronto como regrese de la finca en la cual se halla, se le dará su computador nuevo y el dinero sobrante, se le entregará a la familia del joven. Hay gente buena en el mundo.
“De qué sirve la riqueza cuando no se tiene amor, de qué sirve tener todo y vacío el corazón. Muchos miden los valores solo por lo material. Es mejor ser millonario en amor y en amistad”