La verdad duele
Creo que una de mis cualidades, buena o mala, es que trato siempre de ser directo y sincero. Y a veces eso es bueno, y a veces es malo.
Claro, a veces trato de ser muy sutil, y lo logro. En otras soy crudo y real.
Pero cuando me dicen la verdad sin anestesia, me doy cuenta que de verdad duele.
Y es que hay maneras de decir las cosas. Siempre he dicho que no es lo que se dice, sino el cómo se dice.
Y un ejemplo palpable es que si tienes el cabello largo, te gustaría escuchar
- “¿Quieres que te acompañe a la barbería?” es vez de “córtate el cabello que pareces una cosa rara”.
- “¿Quieres que te corte las cejas?”, en vez de “pareces un hombre lobo con esas cejas peludas”.
- “¿Quieres que te acompañe la próxima vez que vayas a comprar ropa?” en vez de decir “esa ropa tuya si está pasada de moda y fea”.
- “¿Quieres que te corte las uñas?” en vez de “Pareces un gavilán con esos garfios!”
- “Vamos a caminar y a hacer ejercicio!” en vez de “si estás gordo(a) y panzón(a)!”
Claro, son cosas en las que debemos, como personas que tratamos con personas, ir mejorando. Pero a veces no nos damos cuenta de lo que decimos sino cuando ya está dicho.
Mi hija, cuando va a hacer un comentario muy sincero, empieza con un “sin ofender, pero…”. E igual lo suelta sin vaselina. ¿Hija de gato caza ratón?.
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Luis Castellanos
De todo un poco