Por Manuel Gómez Sabogal
No había redes sociales y éramos felices. Nos encontrábamos, jugábamos, charlábamos, vivíamos. Nos entendíamos en todo sentido. Íbamos a leer revistas, cuentos a diferentes sitios.
Había un teléfono en casa y nos llamábamos una vez al día para encontrarnos, hacer tareas, o citas para ir a cine.
Hoy, hay celulares y redes sociales. Sirven o servían para acercar, hacer amigos y entretenerse. Se ha tergiversado su uso. Los celulares se volvieron parte del cuerpo y las redes sociales son elementos para desfogar odio, rencor, ira y todo lo peor del ser humano.
Todos los defectos se muestran en las redes sociales: mezquindad, fanatismo, frialdad, negación, intransigencia, soberbia, egoísmo, superficialidad, envidia, arrogancia, deslealtad, agresividad, intolerancia, ira, celos, venganza, crueldad y muchos más.
Tanto se ha perdido que, en ocasiones, se muestran asesinatos, atracos, violaciones, venta de virginidad en vivo. Los vemos a diario en cualquier red: Facebook, Twitter, Instagram y otras.
Muchos amigos se han vuelto enemigos, gracias a la política, religión o pensamientos contrarios.
Recuerdos llegan a mi mente. Momentos y época diferente. Juegos como rayuela, canicas, cometas, trompo, yo-yo, escondite, gallina ciega…
En la actualidad, los vídeo juegos y todos los que hay en los computadores son los preferidos.
Siempre buscamos amigos con muchas cualidades y dispuestos a ser excelentes amigos. También, poco a poco, vamos conociendo sus defectos.
Cuando estamos pequeños, los niños vecinos y amigos de la primaria son muy importantes. Allí, juegan un papel fundamental esos con quienes jugamos, estudiamos y nos llevamos bien. “La gallada” inicial es un grupo de amigos con quienes se va a la casa y se conocen sus papás y hermanos.
Recuerdo mucho a Los Minotta, Orozco, Madrid, Muñoz, Osorio, Martínez, Gamba, Bedoya, Gómez, Cañas, Arias, Arango, Chávez, Giraldo, porque eran los vecinos de las cuadras alrededor de mi casa. Y éramos amigos.
Lo son todo y es un mundo lleno de juegos, tareas y “recocha”. Los primeros amigos son muy queridos en casa y no se quisieran cambiar.
También, recuerdo a algunos de ellos, los de primaria, en este momento: Fernando Castaño, Arturo Sánchez Toro, Arlés Montoya, Julián Hurtado García, Silvio Ramírez, Alfredo Acosta Botero, César Ocampo, Luis Guillermo Molina, Nelson Peña, Carlos Guillermo Arias, Gilberto Acevedo Arango, Ricardo Pabón, Mario Serna Flórez, César Ocampo, Carlos Gallego, Gregorio Vallejo, Huber Orozco, Nelson Orozco, Nelson Amorocho…
Con estos amigos, no había tiempo para odios, sino para juegos, estudio y vida.
Luego, en el bachillerato, conocí otros más: Carlos Ariel Osorio, Roldán García, Guillermo García, Crisóstomo Duque, Roque Jiménez, Oscar Ricardo Mejía, José Orley Gómez, Nodier Agudelo, Alonso Escobar Giraldo, Carlos Alberto Restrepo, Hugo Marín Toro, Gustavo García, Gustavo Castrillón, Mario Naranjo Arango, Pedro Arenas, Nelson Londoño, Carlos Arturo Carvajal, Fernando Elías López García, Iván Gutiérrez Isaza, Diego Zuluaga Mejía, Jairo Quirós, Hernán Morales Pinzón, Darío Londoño Salazar…
Y con estos 9, terminamos el bachillerato y continuamos siendo amigos. Han pasado muchos años, llamadas, notas, reuniones, risas, recuerdos.
Luego, la época universitaria, en la cual conocí a Laura Victoria Gallego, Aydé Morales, Magdalena Gómez, Luz Mary Sierra, Margarita Giraldo, María Luisa Espinel, Gustavo Grajales, Oscar Ramírez, Henry Espinal, Edelberto Arias, Alberto Chamat…
Después vino la época de posgrado en Londres y cursos en el exterior. En Londres, conocí a Mumeyi Semikenke, María Courou, Jean Marie Gambou, Maro Kokotsi, Huat Kiaw Lim, Michael Noll, Noor Ahmad, Mercedes Mestas, Beta Ngoniem…
Nada mejor que los recuerdos de encuentros increíbles como este en Norwich, Inglaterra, donde conocí a Inmaculada Castro, Teresa Raventós, Carlos Barragán, Marisol Pérez, José Maguiña, Stael Vasconcelos, Pepa Pérez Villagrán, Sergio Palares Ochoa, Ranga…
Otro de ellos, tuvo lugar en la Universidad de Brighton. Terminábamos un gran curso. El mundo, diferentes y maravillosos seres humanos en un mismo sitio:
Jacqueline Raymond, Fiorella Rizzo, Rana Tayara, Prof Brian Hill, Valeria Gama, Regina Mariana, Fatima Bouaifa, Elena Frolova, Ivana Tulajova, Julietta David, Zlata Ribaric, Jaanet Tufnell, Zofia Kopestynska, Heinz Neinast, Vida Husanovic, Manuel Gómez Sabogal, Rodrigo Arias Duque, Alessandra Fante, Jennifer Walski, Atanaska Mitteva, Philip Handley, Arnhild Woste, Liliana Mileva, Julie Stroli, Snezana Mitic-Dimovska, Mohammed Yusif Salebi, Ljubica Dosler, Mary Demopolou- Kagaraki, Dimitris Makriskostas, Stanislava Vergilova, Marin Wilson, Bozenna Fiuk, Andrejz Domagala, Roula Demetrelia, Amelia Acevedo, Marian Baranowski, Ivette de Riveros, Val Heng Ao, Sandra Burford, Louise Garnett, Lesley Robinson, Karl Meyer, Margaret Mitterman, Barbara Smolenska-Mally, Pencho Kamburov, Irena Stozek, Jolanta Rejniak- Rogaiska, Deyra Ergur.
Todo lo anterior, para dar un ejemplo diferente de amista, cordialidad y donde todos los momentos sin celular ni redes sociales, nos enseñaron a compartir y a entender que vale la pena la amistad.
Hoy, con algunos de ellos, tengo charlas en Whatsapp o por Facebook. Los encontré o me hallaron por las redes sociales, después de varios años.
Vale la pena tener amigos así y no perderlos por detalles pequeños, debido a que las redes sociales influyen y que otros manipulan información.
Los amigos son así, con cualidades y defectos, pero geniales y para siempre…
Lindo texto, mi experiencia ha sido diferente y la destrucción de mi ciudad, Cali, me llevó a rupturas con amistades como las que tú describes y la razón es sencilla, perdí la confianza, el hilo sutil que me invita a compartir con alguien. No me alcanza para pasar por alto que alguien a quién yo quise, aprecié… Valide la destrucción e incluso la muerte, como algo válido para lograr un ideal que igual se puede lograr sin recurrir al «todo vale» tan de moda en esta nueva sociedad decadente y purulenta, que nos muestra su tragicomedia cotidiana en tiempo real y a través de las redes, máximo escenario para la convergencia de la estupidez humana.
Gracias Miguel, por tu comentario y compartir tus ideas!