¿Arquitectura?
En ámbitos ajenos a la arquitectura en ocasiones se piensa en ésta en términos que, aunque relacionados, no constituyen la verdadera esencia contenida en su ejercicio. Es frecuente encontrar en legos en la materia, asociaciones vinculadas a elementos como: decorados, estilos, gustos y en el mejor de los casos una especie de capacidad especial para disponer del mobiliario, sobre todo en ambientes con limitadas dimensiones. Inclusive en profesiones y oficios cercanos (ingenierías básicamente), se ve al arquitecto como la persona capaz de pensar los diferentes ambientes necesarios para cumplir con las condiciones y especificaciones de un programa determinado. A saber, por ejemplo: vivienda, oficina, fábrica, local comercial, etc. Así las cosas, no es extraño encontrar a muchos colegas sucumbir ante tan limitada concepción del oficio y terminan ajustando esa estrecha concepción de lo que se supone es la arquitectura a su quehacer profesional. Adaptando los alcances de una necesidad pre-establecida a un programa que insisten en llamar “proyecto” pero que dista mucho de contener todas las implicaciones necesarias para poder ser considerado como arquitectura; o si quiera proyecto arquitectónico, dado que la primera (arquitectura) requiere el estar construida y el último (proyecto arquitectónico) no.
Elementos fundamentales como el concepto o idea, más allá del mero programa. Nociones de estructura, que van más allá de la idea de la función primaria de soporte; la incorporación del concepto del tiempo en el recorrido y en estancias habitables, más allá de lo que significa cada área y su conexión horizontal o vertical con otra. La incorporación de elementos que establecen ritmos, movimientos y pausas. Las nociones de movimiento en las que se incorpora la luz natural para expresar tal condición, así como para revelar el espacio, ya que, sin ella, sin la luz, sería imposible concebirlo y describirlo. Las relaciones entre los espacios y sus vinculaciones con el exterior, más allá de las estricta e intrínsecamente funcionales y operacionales, entre muchos otros aspectos, forman parte de eso en lo que, en sus años formativos, cualquier estudiante de arquitectura es requerido a que priorice su atención. El conocimiento de los materiales cuyo uso dota de significados, asigna condiciones y otorga un aspecto sensible a la obra, necesario para que esta ocurra, exista y en general se viabilice, y no como elección caprichosa, casual o dependiente únicamente del costo y disponibilidad de los mismos. La arquitectura se hace así misma en términos de sus significados y posibilidades, de las múltiples lecturas que en el tiempo se puedan hacer de ella. En términos más elevados sin dejar de atender lo cotidiano, lo terrenal. Si no, simplemente no es arquitectura.
Odart Graterol
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