Para que me recuerdes, abuelo
Quiero dormir hasta tarde, levantarme cuando el sol esté brillando demasiado, ese es mi pensamiento, ahí sentado en mi cama, empezando a leer por tercera vez, “El olvido que seremos”. Sin embargo, antes de que pueda continuar, aparece en la puerta de mi habitación, la bella niña de siempre. Trae entre sus manos un cuadro o una pintura. Desenvuelve y es una bella mariposa. La miro y sin dejarme hablar, me dice: “para que me recuerdes, abuelo”. Me lo entrega, me da un beso en la mejilla y sale corriendo.
Me quedé mirando la pintura. Se vinieron a mi mente muchas historias, recuerdos, momentos. Mi hija, mi querida hija. Su dibujo del sol sonriente. Ese sol que pintó para mí hace muchos años. Ahí lo tengo en mi habitación.
Ahora, la pequeña me trae una pintura. Una mariposa llena de colores. Una mariposa dispuesta a volar.
Ahora, miro un escrito y fue el que le hice a mi hija en su grado de bachillerato. Se lo entregué ese día.
Querida hija,
No estás hecha para estar amarrada, ni permanecer todo el tiempo bajo la mirada de tus padres. Produce mucha tranquilidad educar, ayudar a formar, contribuir a abrir senderos, opinar, pero sin perder la certeza de que ya creciste, porque estás con nosotros «de paso».
Es el momento, querida hija, de que empieces a caminar a tu manera, bajo tu responsabilidad y con lo que has creído que es importante y valioso de lo que has recibido en casa, en el colegio, en la comunidad. Es tu vida, de ahora en adelante.
Ahora, somos espectadores en tu vida. A ti, Paula Andrea, siempre te hemos sentido libre, sin ataduras. No sabemos si te estrellarás, serán tus estrelladas, pero estamos seguros de que triunfarás y serán tus triunfos. Vas a llorar y serán tus lágrimas. Vas a reír y serán tus alegrías. Es tu vida, tu nueva vida de universitaria. Tu nueva vida de casi mujer. Respetamos la elección que has hecho. Siempre te hemos aceptado como eres. Única e irrepetible. Nuestro gran amor. No vamos a desaparecer. Estaremos siempre aquí, permaneceremos a tu lado, pero solo para cuando necesites tener, no únicamente padres, sino, un par de amigos en quiénes confiar plenamente. Te hemos dado educación para que aprendas a volar y para que aprendas a hacer lo que debes hacer desde ahora. Sabemos que lo harás y lo harás bien, porque tienes voluntad, responsabilidad, juventud, formación en la honestidad y responsabilidad. Empieza a volar, querida hija. Has aprendido que lo puedes hacer sin humillar a los demás, sin pasar por encima de la gente, atropellando. Has aprendido valores y en especial sabes que debes ser honesta en todas tus actuaciones. Serás una gran profesional si cumples a cabalidad con todas las características propias de alguien que quiere ser mejor cada día.
Vuela, entendiendo hasta dónde va esa libertad para volar. Cómo debes hacerlo y por qué. Toma decisiones. Decisiones que mejoren cada momento de tu vida y que sean tan firmes como el suelo que pises. Un gran abrazo y felicitaciones en tu grado como Bachiller.
Vuelvo a mirar la mariposa. Esa bella pintura de Isabella y comprendo que quiere volar. Quiere estar donde debe y con quien debe estar. Lo sueña y lo vive. Por ello, sé que volveré a sentir lo que aquel 23 de agosto.
Pero no importa. “Para que me recuerdes, abuelo”. Con eso tengo.
Manuel Gómez Sabogal
manuelgomez1a@gmail.com