Uno de los consejos que los inmigrantes recibimos, es no mirar atrás. Entonces escuchamos esa frase de:
«…los carros tienen un parabrisas grandote para mirar hacia adelante y un retrovisor pequeño para mirar hacia atrás».
Pero a veces no puedo dejar de recordar a Venezuela. Fueron muchos años viviendo y disfrutando de la vida en mi país, que no se pueden borrar fácilmente. Y es precisamente eso, al haber disfrutado, se recuerda con cariño y con añoranza.
Voy a presentar mi lista, sin un orden de prioridad en particular, de las cosas que añoro:
El clima de Caracas
De todas las ciudades en las que viví, Caracas, mi ciudad natal, es la que en mi opinión tiene el mejor clima del mundo. on una temperatura media entre los 15° y 30° C. Ni en mi casa, ni en casa de mis familiares, necesitamos aire acondicionado o calefacción. En julio se abrían las ventanas para que entrara la brisa, y en diciembre sacábamos las cobijas y las chaquetas. Aparte, no necesitamos «ropa de verano» ni «ropa de invierno». Se usaba el mismo tipo de ropa durante todo el año. No cae nieve, no tenemos huracanes ni tornados, ni tsunamis.
La temporada templada dura 2,5 meses, del 17 de marzo al 1 de junio, y la temperatura máxima promedio diaria es más de 28 °C. El día más caluroso del año es el 14 de abril, con una temperatura máxima promedio de 29 °C y una temperatura mínima promedio de 19 °C.
La temporada fresca dura 1,8 meses, del 4 de diciembre al 30 de enero, y la temperatura máxima promedio diaria es menos de 26 °C. El día más frío del año es el 20 de enero, con una temperatura mínima promedio de 17 °C y máxima promedio de 26 °C.
Tomado de Weather Spark
Las playas de Venezuela
Desde muy pequeño me convertí en un amante de las playas en Venezuela. Playas con aguas limpias (menos las de Higuerote y las cercanas a Maracaibo, que se ven turbias), cálidas, arenosas y, por sobre todo, bellas.
Era todo un espectáculo disfrutar de un día de playa (o días, mejor). El gentío (mucha gente), compuesto por familias y amistades cercanas, las comidas, los paseos, los juegos, y al final, el tener que untarse cremas humectantes para poder aliviar los efectos del sol en la piel y poder dormir.
Video con Resumen de Playas
10 mejores playas de Venezuela
El Ávila
Desde pequeño, quedé prendado con la majestuosidad del Cerro el Ávila. Siendo Caracas una ciudad enclavada en un valle, la Serranía de la Costa, con el Cerro el Ávila como uno de los más conocidos, tiene la bondad de recibir la protección de esas montañas que le rodean.
Se podía subir a través del Teleférico en Maripérez, que fue reemplazado por uno más moderno, para tener esa vista de Caracas desde las alturas, y disfrutar de ese sabroso clima de montaña.
De allí se podía visitar el Hotel Humboldt, la pista de patinaje sobre hielo (que no se si aún funciona), y al poblado cercano de Galipán.
Los más osados y deportistas podían subir desde Sabas Nieves por los senderos, y hasta acampar en las laderas montañosas.
Pero en fín, recordemos a Pérez Bonalde, con su «Vuelta a la Patria», donde dice:
«Caracas, allí está, vedla tendida
a las faldas del Ávila empinado
Odalisca rendida
a los pies del Sultán enamorado.»
Creo que las otras que añoro entran en dos dimensiones: en lo geográfico y en el tiempo. Añoro cosas que se vivían en Venezuela antes de la llamada «Revolución Bolivariana». Y en lo particular, sentí que se estaban perdiendo durante mis últimos años viviendo en mi país, a veces llevándome a pensar que parecía no estar viviendo en el país en el cual crecí.
Cordialidad y alegría de las personas
Venezuela era un país de gente cordial y feliz. Personas educadas que siempre saludaban al entrar a un ascensor, habitación, autobús o cualquier otro espacio cerrado. Personas con las que te encontrabas en la calle y podías hablar con ellas como si las conocieras de toda la vida. Personas que sin conocerte te ofrecían una taza de café o un vaso de agua. Personas que a pesar de las adversidades, y de su posición social y económica, te ofrecían una sonrisa y le agradecían a Dios por todas las cosas que tenían y que estaban por tener.
Respeto por las autoridades y personas mayores
De pequeño, y al crecer, me encantaba el respeto que se tenía hacia las personas mayores y a las autoridades. Ambos se fueron perdiendo con el tiempo. A los padres de los amiguitos del colegio y de la cuadra (vecindario), siempre se les llamaba «señor» o «señora», e igualmente con las personas mayores. Se sentía un respeto hacia los militares, policías, sacerdotes y funcionarios de gobierno.
Me consta que eso se fue perdiendo poco a poco con el tiempo en los últimos años. Pareciera que el «hombre nuevo» es irrespetuoso por naturaleza.
Fiestas
Normalmente cuando uno era invitado a una fiesta, las únicas preocupaciones consistían en comprar el regalo y comprar la «pinta» (vestuario) que ibas a usar.
Con la escasez que se vivió (y que aún algunos continúan viviendo), algunas cosas cambiaron. Y cuando alguien te invitaba a su casa, te decía «trae papel toilette», «trae jabón», o «trae xxx que no tengo y no consigo».
Belleza natural de las mujeres
Venezuela siempre fue un país que se caracterizó en las últimas décadas por la belleza de sus mujeres. Y es que la mujer venezolana mostraba una belleza natural, producto del mestizaje que se llevó a cabo por tanto tiempo, junto con esa coquetería que pareciera estar incorporada en el ADN.
Podemos escuchar, por ejemplo:
«Antes muerta que sencilla…»
Pero en la onda de «Sin tetas no hay paraíso» (serie de TV colombiana), la mujer venezolana empezó a tomarle el gusto a visitar al cirujano plástico para reconstruir, retocar y hasta construir partes de su cuerpo. Aparecen entonces bellezas artificiales, reconstruidas, llamadas ahora «tuneadas» (del inglés, «tuned up«).
Y tu que estás afuera, o que viviste la Venezuela de antes, ¿qué es lo que más añoras?
Luis R Castellanos