Un verano mientras estaba en la universidad en París, Emma Seppala trabajó como becaria en The International Herald Tribune (la versión anterior de The International New York Times), yendo de la redacción en el segundo piso a las imprentas en el sótano.
Seppala, directora de Ciencias del Centro de Investigación y Estudio de la Compasión y el Altruismo en Stanford, aborda la diferencia entre estas atmósferas tan distintas en su libro The Happiness Track de 2016: un piso era estridente y estaba lleno de risas; el otro, solemne y callado. ¿Te imaginas en cuál disfrutaba más?
Eran los trabajadores de la imprenta quienes tenían un mueble donde ponían vino, quesos y pan. Eran vibrantes, escribe Seppala. “Creo que la mayoría de nosotros queremos ser como los trabajadores franceses de la imprenta: queremos hacer un buen trabajo sin importar cuál sea, y también queremos ser felices haciéndolo”.
Luego señala: “Simplemente hemos aceptado la sobrecarga como una manera de vivir”.
En la era actual del agotamiento en el lugar de trabajo, lograr una relación armónica entre el trabajo y la vida parece estar prácticamente fuera de nuestro alcance. El cansancio, la ambigüedad, el estrés, el escepticismo y la sobrecarga se han convertido en una parte normal de la vida laboral profesional. La Encuesta Social General de 2016, una encuesta nacional que desde 1972 ha dado seguimiento a las actitudes y comportamientos de la sociedad estadounidense, encontró que el 50 por ciento de los encuestados están exhaustos continuamente debido al trabajo, en contraste con el 18 por ciento de hace dos décadas.
Aunque alguna vez, el término “agotamiento” (burn-out, en inglés) se aplicó exclusivamente a los trabajadores de la salud, oficiales de policía, bomberos, paramédicos o trabajadores sociales que lidian con traumas y servicios humanos, el uso de la palabra se ha extendido a los trabajadores que ahora son parte de una fuerza laboral más conectada, hiperactiva y con mayores necesidades de compensación.
Sin embargo, el síndrome de agotamiento laboral va más allá de necesitar unas simples vacaciones o un retiro familiar, y muchos expertos, psicólogos e instituciones, incluyendo los del Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, enfatizan que el agotamiento crónico y a largo plazo no es un síntoma, sino un gran problema de salud.
(Aunque no aparece en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, sí aparece en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, una clasificación que utiliza la Organización Mundial de la Salud).
“Nos estamos disparando a los pies”, me dijo Seppala. “Biológicamente no estamos hechos para permanecer en estado de estrés intenso todo el tiempo. Nos perdimos en la idea de que la única manera de ser productivo es estar pendiente todo el tiempo”.
Es difícil identificar el síndrome de agotamiento laboral, que a menudo se siente como una rendición o un fracaso en vez de lo que es en realidad: una enfermedad crónica.
Factores estresantes comunes en el trabajo
- Superar desafíos asociados con nuevo software, cambio de ambientes o procesos diferentes
- Fechas límite o de entrega poco realistas
- Interrupciones o conflictos de planificación frecuentes
- Horarios impredecibles
- Exigencias físicas como exposición al clima o la carga de elementos pesados
- Responsabilidad añadida más allá de las funciones para las cuales el empleado fue contratado
- Exigencias interpersonales como interacciones con colegas o clientes
Estos factores estresantes pueden traducirse en ataques de ira contra colaboradores, violencia o enojo hacia los seres queridos en casa, pérdida de apetito y de la pasión por las cosas que alguna vez amaste, o ser incapaz de encontrar motivación por las cosas que podías lograr con facilidad.
La investigadora pionera en el estudio del agotamiento laboral desde los años setenta, Christina Maslach, profesora emérita de Psicología de la Universidad de California, Berkeley, realizó un estudio que concluyó que hay tres grandes señales del síndrome de agotamiento en el lugar de trabajo.
Señales del agotamiento que puedes detectar
De acuerdo con el estudio de Maslach, las señales comunes de agotamiento incluyen:
- Sentirse emocionalmente drenado y con malestar mental. Náuseas. Ser incapaz de dormir o lidiar constantemente con enfermedades como resfriados.
- Sentir que tus colegas o jefes te aíslan, sentirte constantemente menospreciado o marginado por ellos.
- Sentir que no estás haciendo tu mejor esfuerzo personalmente, o que de manera regular trabajas sin entusiasmo.
“Hay muchas cosas que pueden pasar cuando las personas comienzan a tener este problema en el trabajo”, dijo Maslach. “Hay cosas como el ausentismo, el abandono, pero también consecuencias en términos de errores, como no ser cuidadoso con el trabajo que haces. Vemos mucha dificultad para llevarse bien con las personas (están enojados o son agresivos)”.
En 1981, Maslach y sus colegas idearon el “Inventario Maslach del síndrome de agotamiento”. Aún se usa para determinar si un empleado está experimentando un agotamiento que podría causar problemas personales o de desempeño.
“El fenómeno del estrés puede afectar en términos de salud física, lo cual entonces puede ligarse con el ausentismo. Hay algunas maneras en las que la calidad del trabajo disminuye como resultado del agotamiento”, dijo.
Si alguien se queja al respecto, dijo, automáticamente lo tachan de débil.
“Para ser muy honesto, en Estados Unidos alabamos el estrés”, dijo Maslach. “Y esa es otra cosa que provoca que las personas guarden silencio y se callen acerca de los factores estresantes que enfrentan porque no quieren que se considere que no hacen su mejor esfuerzo”.
Maneras de combatir el agotamiento en el trabajo
Si estás sufriendo de agotamiento en el trabajo o si cualquiera de estos síntomas te suena familiar, hay algunas cosas que puedes hacer ahora, antes de que puedas tomarte unos días para recuperarte. (Aunque definitivamente debes considerar tomarte un descanso para recuperarte, si puedes).
- La respiración enfocada, que puede intervenir en el sistema nervioso parasimpático para ayudarte a reducir o controlar el estrés.
- Las pausas frecuentes, de preferencia de cinco minutos cada 20 minutos transcurridos en una misma actividad o sentado en tu escritorio.
- Sillas y escritorios ergonómicos, como un mueble que te permita trabajar sentado o parado, o incluso una pequeña planta en tu oficina.
- Un mentor de confianza con quien puedas hablar y crear otras estrategias para lidiar con problemas relacionados con el trabajo.
- Un pasatiempo ajeno al trabajo con el que puedas relajarte, desestresarte y separarte durante unas horas del trabajo. No tiene que ser nada específico, pero el ejercicio regular u otras actividades físicas funcionan de maravilla y tienen beneficios más allá del alivio del estrés.
Si tienes la posibilidad de trabajar a distancia, esa es otra gran manera de añadir un alivio de estrés a tu vida. Trabajar fuera de la oficina periódicamente te permite hacerlo desde un espacio tranquilo y contemplativo en el que la creatividad pueda florecer. También podría permitirte pasar más tiempo en el exterior. Pero hablando de manera general, dijo Maslach, el vínculo humano es el más efectivo para combatir el agotamiento.
“Lo que encontramos es que la salud de la gente, el bienestar, todo en la vida, es mucho mejor si estás conectado con otras personas”, dijo. “Esa red social en la que cada uno de ustedes respalda al otro, en la que están ahí para ti y tú estás ahí para ellos, eso vale oro. Es un recurso muy valioso”.
Jason Lang es el líder del equipo de los Programas de Salud en el Lugar de Trabajo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Dice que además de una buena dieta, ejercicio y sueño, hay una manera infalible de combatir el malestar general, la insatisfacción, la moral baja y el agotamiento.
“La risa”, dijo. “Encuentra algo de humor en la vida diaria”.
Vía New York Times