Por Luis R Castellanos
En días pasados, y aprovechando las festividades de fin de año, fui a la tienda de Video con mis hijos, y de la cual salí con varias películas, incluidas las series de Heidi en dibujos animados.
Luego se instaló mi hija a ver los capítulos, arrastrándome a mi para que la acompañara (lo cual hice y seguiré haciendo con el mayor de los gustos). Y luego de varias horas de comiquitas, nos dimos cuenta que nos faltaban capítulos por ver. La historia no había concluido.
Regresé a la tienda a buscar la parte final, y no la pude conseguir. Sin embargo, me fijé en una película de Heidi, protagonizada por Shirley Temple, y la tomé.
Pues fue una delicia ver la película de principio a fin. Y creo que una de las cosas que más me llamó la atención, era el ver cómo el personaje de Heidi siempre sonreía, y siempre veía a la vida con optimismo y alegría.
Desde el primer momento en que se encontró con su abuelo, no desmayó ni se acobardó ante las insinuaciones de lo amargado y malo que era el “Viejo de los Alpes”. Sin hacer caso a los conceptos emitidos, ella mismo buscó hacerse de sus propios conceptos acerca de su abuelo.
Y no desmayó ante la falta de silla donde comer, o de cama donde dormir, ni siquiera ante la falta de cobija. Siempre lograba salir hacia adelante, resolviendo los problemas que se le presentaban.
Pues entonces, seamos como Heidi. Veamos el mundo como ella. Con optimismo. Con amor. Con determinación. Sin juzgar a las personas sin conocerlas. No amilanarse ante las adversidades. Y encontrar soluciones a los problemas que se nos presentan. Reglas sencillas y fáciles de cumplir…