Supervivencia de los más ineptos
Héroes vs Sumisos
Si leemos algo sobre liderazgo probablemente nos encontraremos con la muy trillada pregunta de si el líder nace o se hace, en cambio cuando leemos sobre héroes simplemente nos llenamos de admiración sin importar si nació o lo hicieron héroe, si asistió a un seminario sobre heroicidad o si tomó un curso “on line”. En esto de los héroes son las circunstancias las que dictan las pautas y no los guiones, son las situaciones conflictivas extremas en las que el común de las personas huye o no sabe qué hacer las que permiten que aparezcan esos personajes dispuestos a resolverlas sin importar los riesgos, para que después sean aclamados como todos unos héroes y simplemente ignorados.
Pero para que un héroe sea considerado como tal, deberá pasar por el tamiz de los criterios y dependerá de la óptica con que se le mire, hay un caso mundialmente conocido en el que centenares de combatientes son vistos de manera diferente por sus mismos connacionales, unos los consideran como el simple resultado de una sumisión extrema y otros como el mayor símbolo de arrojo de sus guerreros, es el caso de los pilotos suicidas japoneses, estas bombas humanas (Kamikazes) quienes con su accionar esculpieron para siempre esa imagen del Japón como una gran nación determinada a luchar hasta el último hombre (http://historiaybiografias.com/seki/), y ya sea que los veamos como héroes o no, esa imagen que sembraron es la que sirvió como la variable de mayor peso para justificar el uso de las bombas atómicas, al alegar los estadounidenses que sería la forma de acción que permitiría la rendición del Imperio Japonés con el menor número de bajas.
Actualmente existe un ejemplo que conmociona al mundo en general y que más allá de resultar patético, evidencia que las posiciones se polarizan a la hora de catalogar o no una acción como heroica, es el lamentable caso de los atentados terroristas llevados a cabo por los radicales islámicos (yihadistas), quienes una vez que perpetran sus actos criminales son ensalzados por sus correligionarios como héroes, en cambio para el resto son vistos como unos cobardes asesinos.
El filántropo Andrew Carnegie dedicó gran parte de su vida a estudiar casos de heroísmo, para el año 1904 creó la Fundación Héroes de Carnegie con la finalidad de reconocer a aquellas personas que realizaran actos extraordinarios de heroísmo y proporcionar asistencia financiera a los discapacitados o a los familiares de aquellos que habían sacrificado sus vidas en este tipo de actos (https://en.wikipedia.org/wiki/Carnegie_Hero_Fund). Carnegie reconoció más de ochenta mil casos y lo que más le llamó la atención es que esas heroicas personas nunca se reconocían así mismas como tales y que prácticamente todos actuaron de manera desinteresada. Otro estudioso de la conducta social, el profesor Earl Babbie después de analizar miles de casos heroicos llegó a afirmar que nunca se le escucharía a un verdadero héroe decir “Yo soy un héroe”, todo lo contrario siempre alegaran “Hice lo que cualquiera habría hecho”. (https://www1.chapman.edu/~babbie/YCMAD/Ch02.html).
En el próximo artículo trataré un acto de extraordinario heroísmo, al término que no da cabida a polarizaciones de si es o no es y por ende sus actores se pueden calificar como superhéroes, aún cuando nadie los recuerde.
Edgar Padrón
Revista DTyOC