Supervivencia de los más ineptos
Carisma, peligro
Alerta, si en una sociedad no existen líderes honestos con verdadera proyección de estadistas para el momento en el que un bandido carismático decide incorporarse al ruedo político, es una quimera imaginar que esa sociedad podrá protegerse de tan macabro ser, estos inmorales conscientes de sus habilidades perciben con su siniestro olfato la oportunidad para dar inicio a sus fechorías. En estas circunstancias ante el acecho de líderes negativos, son las sociedades con una larga tradición en el fortalecimiento del marco institucional las que podrán dificultar el accionar de estos manipuladores populistas. Decía el Libertador Simón Bolívar “Los hombres de luces y honrados son los que deberían fijar la opinión pública. El talento sin probidad es un azote” (http://www.elimpulso.com/opinion/talento-y-probidad). El Libertador con su visión preclara atina al indicar “… son los que deberían fijar la opinión pública”, pero es en ese trecho entre el deber ser y la realidad donde está el peligro, es el terreno que aprovecha ese líder impulsado por sus resentimientos, taras y avaricias para avanzar en sus prédicas, con las que irá convenciendo y pasando por encima de contendientes íntegros a quienes superará o desaparecerá del camino hasta convertirse en el flagelo que siempre anheló ser, solo así satisfará temporalmente su ruindad.
Estos demagogos son los mayores hipócritas en el manejo de la ética, de existir el Premio Nobel de Moral y Ética muchos de estos destructores seguramente ya se habrían alzado con tal galardón. La inmoralidad de los dirigentes es un mal que ha acompañado por siempre al hombre, ya Aristóteles en su época planteaba que la primera tarea a cumplir en Atenas era la de generar hombres virtuosos para gobernar, hoy no solo sigue vigente sino que es urgente hacer extensivo ese virtuosismo a todos los campos del quehacer humano. Aristóteles demostró que siempre estuvo apegado a la realidad, de allí que en su teoría Político-social cuando da prioridad a la formación de gobernantes intachables es porque veía en la virtud moral el antídoto de la corrupción y el único camino al bien común honesto. El Cardenal Zeferino González en el capítulo “Moral y Política de Aristóteles” de su libro Historia de la Filosofía, nos presenta al filósofo siempre pisando tierra, nunca en su cavilar llegó a aislarse en una burbuja idealista de allí que pudo hacernos advertencias con tanta validez como la siguiente:
“…cualquiera que sea la forma política de gobierno que se adopte, se debe atender ante todo a evitar la tiranía, y quienquiera que sea el depositario del poder, debe conducirse como un verdadero rey y padre de familia, y no como tirano” (González, 1886, p.315).
Existe a nivel mundial una crisis de liderazgo moral, que si bien obliga a los centros intelectuales generadores de iniciativas políticas, educativas y sociales a activarse ante tal emergencia ética, requiere de un esfuerzo mayor con el concurso de todos los sectores que integran la sociedad, desde líderes incólumes de la talla de un Mandela o de la Madre Teresa de Calcuta (en caso de contar con tal privilegio), hasta cada uno de nosotros, todos en sus diferentes niveles luchando por el rescate de la honestidad, solo así frenaremos a los Trump que nos acosan.
Referencias
González, Z. (1886). Historia de la Filosofía. Madrid: Agustín Jubera.
Edgar Padrón
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