Verguenza
Sin ese sentimiento las relaciones humanas se derrumbarían, difícilmente llegarían a ser respetuosas, desde el matrimonio pasando por los negocios hasta la política y sus luchas por el poder. Oportuno es aclarar que no se hablará de ella desde el rigor de la Psicología sino sencillamente como esa combinación de emociones y sensaciones que sentimos a diario los seres comunes y corrientes, así las cosas no sería un atrevimiento catalogarla como el motor principal para asumir responsabilidades, corregir y superar errores; de allí que aquellos que no lo logran sobreponerse a éstos para enmendarlos y por el contrario se acostumbran sin escarmiento a errar, serán señalados como sinvergüenzas.
Pero el daño de estos desvergonzados toma otra relevancia cuando sus actuaciones y resultados dejan de circunscribirse a las relaciones inter-personales y pasan a escenarios públicos con dramáticas y masivas consecuencias, tales como la política, la ciencia, etc. campos en los que la ausencia de vergüenza debe ser considerada como un peligro para la humanidad, más aún cuando ese peligro posiblemente se mantendrá imperceptible hasta que los hechos lo evidencien, siendo el entramado Ético-Moral el que de alguna manera pudiera servir de muro de contención a cualquier desafuero. Hablando de lo ético es pertinente citar al Maestro Alexis Márquez con su artículo Ética y Moral.
Existen numerosos casos en los que personajes de la política, la ciencia y otros campos de connotación pública, pudieron asumir sus roles anclados virtuosamente en un basamento ético-moral y por ende con el elemento vergüenza siempre presente, lo que les permitió no solo pasar a la historia como figuras íntegras, sino librarse en sus fueros internos del acecho de la Mea Culpa al reconocer, corregir y superar sus errores.
Hay un caso bien interesante, que no ha sido enfocado desde este punto de vista, es el del científico Donald Currey, quien durante el verano de 1964 realizaba investigaciones sobre el clima a través del estudio de los árboles, mientras tomaba sus muestras la herramienta que usaba se atascó en un árbol y decidió cortarlo para continuar con su investigación, días más tarde pudo verificar la edad del árbol identificado como Prometeus Wpn-114 superaba los cuatro mil ochocientos años, al reportar su hallazgo este trascendió del sector científico a los medios de comunicación al descubrirse que había sido el ser vivo más antiguo del mundo (nacido incluso antes de la construcción de la pirámides), con la salvedad que dieron a conocer al estudioso Currey como su despiadado asesino.
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Ese grave error cometido en forma accidental, nunca se lo perdonó y su vergüenza lo hizo renunciar a sus investigaciones y dedicarse de allí en adelante al estudio de un campo totalmente disímil como es el de las desérticas salinas, área en la que alcanzó importantes reconocimientos. Veinte años más tarde motivado a su gran prestigio fue invitado a una entrevista televisada en la que el acucioso periodista luego de hábilmente ensalzar la notoriedad de su entrevistado le preguntó “Doctor Currey usted es el mismo que mató a Prometeus”, la respuesta de este respetado científico fue levantarse y salir huyendo del estudio. Podríamos concluir diciendo que si el errar es de humanos y el corregir es de sabios, todos los sabios tienen vergüenza.
Edgar Padrón
De Tecnología y Otras Cosas