Hacer ejercicios de imaginación en el terreno religioso bajo sus pétreos dogmas, amerita que el respeto y la prudencia canalicen el fluir de las especulaciones, sin que lleguen a significar amarras a la creatividad, lo ideal para manejarse en ese sensible campo sería emular a aquellos pilotos avezados que superan con sus aeronaves las tormentas y no a los temerarios quienes propician más bien las tragedias.
Esta inventiva se complica aún más cuando no estamos hablando de simples videntes o hechiceros, sino que al referirnos a Profetas estamos apuntando a esa acepción religiosa que los describe como “Enviados de Dios”, nada más y nada menos esos portavoces que intermediarán entre la humanidad y la divinidad para que por fin con sus enseñanzas podamos convertirnos en hacedores del bien y eliminar esa mácula del mal que tanto nos pesa.
Despejado el camino de la no confrontación con algún credo, no deja de ser controvertido el conjeturar desde nuestra imperfección sobre el papel que deberían jugar los inspirados por Dios para hablar en su nombre, más aún cuando intentamos sugerirles (con el mayor respeto) que se esperen, que no es el momento para aparecer en este mundo globalizado ya que por ahora esas espectaculares herramientas que nos brinda la internet con sus redes sociales no llegan por igual a todos los rincones, ya sea por censura, escasez de recursos o limitaciones tecnológicas, a pesar de los esfuerzos de prodigiosos cerebros a la usanza de Mark Zuckerberg y Larry Page, quienes ya auspician maravillas en esas dimensiones. Pero seamos más flexibles en nuestros esquemas mentales y ante la atractiva creencia de que los milagros existen, no descartemos que un Profeta al ver estas limitaciones allane ese camino para presentarse con un WiFi mundial como Dios manda.
Figurándonos la posible llegada de un profeta sobre la plataforma de una red WiFi global, ampliemos nuestras aspiraciones y esperemos no uno sino varios profetas hechos a nuestra imagen y semejanza, quienes al promover la verdad en las diferentes zonas geográficas donde fueron misionados, serán recibidos como autóctonos sin barreras culturales o raciales creando una empatía inicial que arribará seguramente en adoración, catapultada con miles de millones de visitas en sus sitios web ya convertidos en portales sagrados.
Estando entre nosotros él o los profetas de una religión conocida o por conocerse, sería ideal que desecharan esa dinámica que reza “Porqué hacerlo fácil si lo podemos hacer difícil”, para explicar sus fundamentos en forma clara y directa, con certezas que lejos de misterios y metáforas intrincadas brinden la verdad en forma diáfana, anulando de entrada cualquier interpretación desviacionista. La clave está en la simplicidad del mensaje, así por ejemplo se finiquitaría con ese dilema de si el universo fue cuestión de azar o de diseño, despejando incógnitas y ganando seguidores por convicción que dejen de vagar temerosos buscando la redención, total en caso de duda o vacío espiritual pueden googlear para no perder el camino.
Desaparecidas las tinieblas que dificultaban el conocimiento divino, podremos librarnos de la hipocresía de futuros autoproclamados con sus desconcertantes manifestaciones, dejando los enigmas solo y exclusivamente para el campo de las artes y las ciencias, dando cabida a lo que decía Albert Einstein “El misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar. Es la fuente de todo arte y ciencia verdadera”. QUE EL ESCULTOR DE VIDA NOS BENDIGA.
Edgar Padrón
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