Una relación peligrosa: dinero y felicidad
Hay un dicho muy popular que dice que ¿el dinero no da la felicidad? Efectivamente el ansia por él nos hace infelices. Si sabemos buscar el equilibrio entre ellos aumentaremos nuestra satisfacción vital y nuestro desarrollo personal.
Tenemos más comodidades que nuestros abuelos y, de alguna manera, tenemos una vida más fácil, en el hogar, el trabajo… Imaginemos que no tenemos todas las cosas de las que no parece que podamos prescindir, seria muy difícil ¿verdad? Sería muy duro prescindir de la lavadora, el lavavajillas, el ordenador, la aspiradora, la batidora… Cosas que no nos damos cuenta y que si tuviésemos que prescindir ahora de ellas nuestra vida sería muy dura. Entonces, si tenemos tantas cosas, ¿ por qué no somos felices? Pues porque la felicidad es una emoción, y las emociones son señales diseñadas por la naturaleza. La felicidad está ahí para atraernos. Las necesidades más básicas nos dan felicidad, por ejemplo comer, que encontramos la felicidad en la comida. La naturaleza quiere que nos multipliquemos, por eso disfrutamos del sexo. Ninguna persona puede vivir sola, en soledad, por eso nos agrada tanto cuando estamos en compañía de alguien, amigos o familiares.
Si sobrepasamos nuestras necesidades básicas, asoma la felicidad que nos pide más para mejorar nuestra situación. Ese es el problema que cuando nos acostumbramos a lo nuevo, ya nada nos sorprende y todo lo vemos con normalidad. Los seres humanos tenemos una capacidad de adaptación tremenda.
Hay países en que la satisfacción con la vida aumenta si se puede vivir en una casa digna, se puede escolarizar a los hijos y se puede acceder a la sanidad. Una gran razón para compartir nuestra riqueza con aquellos que de verdad la necesitan. El dinero, que no nos hace más felices puede significar
mucho para ellos.
Hay otra consecuencia más delicada: la felicidad no se compra con dinero, pero a veces podemos sentirnos más contentos. ¿ Por qué? ¿ Cuál es la diferencia entre felicidad y satisfacción? La felicidad es una emoción que aparece cuando menos lo esperamos, frente a algunos estímulos. La satisfacción es otra cosa, un poco más complejo. Es una opinión que producimos recordando nuestros sentimientos. Podemos sentirnos felices, pero no satisfechos con nuestra vida, pensamos que las cosas podrían ir mejor de lo que van… El cerebro humano está programado para recordar antes lo negativo que lo positivo. Es un cuestión de supervivencia. Frente a recuerdos agradables y desagradables igual de
intensos, los buenos se recuerdan mejor.
La satisfacción no se basa en tener ¿en este caso dinero? si no en tener más que los demás. Por este motivo en los países desarrollados la gente no se siente más feliz cuando crece la economía nacional. Luego, ¿merece la pena pasarse la vida tras el dinero sólo para que nuestro cerebro nos engañe sobre lo felices que somos?
Concluyendo: El ansia por el dinero es dañino, a consecuencia de ello olvidamos el verdadero sentido de la vida.
Enrique Jiménez
Mejora Hoy