Si usted vive en casa, a lado y lado, al frente y en la cuadra, puede tener vecinos. Si vive en edificio de apartamentos, depende de cómo esté diseñado el mismo, puede tener vecinos al frente o a los lados o por el pasillo. En fin, siempre hay y habrá vecinos.
Años atrás, muchos, muchos años ha, los vecinos eran sus amigos, sus contertulios, sus parceros. A las celebraciones no podían faltar los vecinos. Las puertas abiertas permanecían, porque en cualquier momento llegaba uno de los vecinos a solicitar un favor sencillo: sal, tomates, un plátano, o de visita. Y los niños, los pequeños de las diferentes familias, se regocijaban y se reunían en las diferentes casas del vecindario.
Navidad y Año Nuevo eran una celebración de vecindario. Era plena. Las novenas se repetían en las diferentes casas y con todos los niños ávidos de dulces, regalos, natilla, buñuelos, sin import6ar cuántas veces repitieran las mismas oraciones, gozos, villancicos. Estaban reunidos y eso era lo importante. Los padres sabían en que casa estaban sus hijos y qué hora llegarían.
En Navidad y Año Nuevo, nacieron grandes amistades. Los muchachos del barrio todavía se saludan, conversan y recuerdan esa niñez fantástica que tuvieron años atrás.
Hoy, los vecinos o desconocidos son muchos. En ocasiones, ni el saludo, ni la mirada se cruzan.
Si viven en casas, no saben cómo se llaman, qué hacen, ni cuántos son. Poco importa si son nuevos, llevan 3 o más años ahí. Si hay un acontecimiento alegre, no son invitados, porque no saben quiénes son. Si hay luto en una de las familias del vecindario, la pregunta será: ¿Quién era?
Si viven en apartamentos, igual o peor. Los apartamentos son casi que compartidos. Las puertas permanecen cerradas y si se escuchan pasos o ruido se asoman por la rejilla a observar quién llegó o quién sale. Si hay una fiesta, llega la familia y los amigos de otros sectores a reír, disfrutar, gozar. Los vecinos escuchan algarabía hasta la madrugada. Ni duermen, ni descansan. En el peor de los casos, llaman a la policía, porque los vecinos no dejan dormir.
Si hay reunión o asamblea del condominio, van con desgano algunos y otros, porque deben asistir. Sin embargo, no se conocen, ni se presentan, pues eso no importa para nada. Se realiza la reunión, votan, presentan propuestas y salen a sus casas o apartamentos.
Lo curioso es que muchos de los vecinos o desconocidos, van a misa o a culto y hablan de amor al prójimo, de Dios, de amistad y hacen muchas peticiones más. Se les va el tiempo en pedir paz, comprensión, mejor comunicación con los demás, pero siguen sin saber quiénes son los vecinos o desconocidos. Así se vive ahora, sin convivencia con los demás.
Manuel Gómez Sabogal