Y otras cosas
Matar el tiempo: enfoque para un crimen con significado
Puede que en algunas personas, su mala relación con el tiempo nazca de no vivir la esencia del momento que les toca vivir. Y es que muchos de nosotros dedicamos cantidades gigantescas de fuerza y energía en soñar: flotando en esa cómoda nube entre los tiempos pasados o los tiempos por venir. Es raro cuando el momento que vivimos no está vinculado a un tiempo presente. El tiempo, según su empleo puede ser un aliado para unos, enemigo para otros, pero siempre importante para todos. El repunte actual de la importancia del tiempo probablemente venga de la explosión comercial que ha experimentado la Humanidad en la última década: la capacidad para realizar múltiples actividades de diferentes ritmos e intensidades se ha convertido en símbolo de prestigio. La idea que una persona pueda tener del tiempo tiene una relación casi directa con los talentos que la persona tenga y su voluntad para desarrollarlos o manifestarlos. Cada minuto dedicado a hacer aquello que nos gusta hacer es un minuto de felicidad, cada minuto dedicado a otra cosa suele ser un minuto de frustración.
No obstante, pasamos por alto que hay muchas cosas que requieren de un tiempo de reposo. Por ejemplo, la maduración de una idea, los tiempos de cocción de un alimento, la elaboración de un material o producto. Pienso que es necesario reivindicar la bondad de los tiempos “muertos” frente a la obsesión por la inmediatez. ¡Cuántas personas por adelantar experiencias de vida, sufren los embates de la improvisación e inmadurez! La frustración nace muchas veces de emplear nuestro tiempo en una agenda sobre la que no decidimos nada.
Hay que huir de los “ladrones de tiempo”, como por ejemplo una reunión de trabajo con una agenda mal planteada y que podría ahorrarse con una mejor organización. Muchas veces vinculamos principalmente el tiempo a capacidad de producción y lo divorciamos de otros factores de influencia y valores. Para colmo, tenemos un error de percepción: creemos que dedicar todo nuestro tiempo a “hacer” algo, sea lo que sea es indefectiblemente útil y si dedicamos el tiempo a “no hacer”, pensamos que estamos perdiendo el tiempo.
El tiempo es un valor que no respeta índice bursátil: siempre está y estará en alza. Cualquier truco o técnica que realmente sea capaz de ahorrar tiempo debe ser considerado como una gran ventaja competitiva, sin embargo, es necesario aceptar que existen tiempos y momentos de espera para que los procesos se consoliden. Quizás sean esos momentos de espera los correctos para hacer “wishful thinking”, y flotar gustosamente en esa nube de las primeras líneas de este escrito.
Jorge Sánchez Rojas
Revista DTyOC