Hay lugares en los que la magia flota en el ambiente, donde uno solo puede agradecer la suerte de estar allí. Edimburgo es uno de ellos.
Es la capital de Escocia desde el siglo XV, posee dos áreas que son patrimonio cultural de la humanidad: la ciudad antigua dominada por la magnífica fortaleza medieval y la ciudad neoclásica desarrollada desde el siglo XVIII, conviviendo en bella armonía.
Es en Edimburgo donde sucede el célebre Festival de las Artes, que se realiza desde hace casi 70 años durante tres semanas en el verano.
Mucho podríamos decir de la historia, la cultura y el presente de esta hermosa ciudad, pero lo esencial es sumergirse en ella, caminar las pequeñas calles medievales de la ciudad vieja:
Recorrer la maravillosa Royal Mile, disfrutar un paseo único por los mil recovecos del incomparable Castillo y bajar luego cruzando los Princesa Street Gardens hacia las amplias avenidas de la ciudad nueva.
En medio de los miles y miles de visitantes que recibe amablemente cada año, los escoceses continúan su vida, lucen con orgullo sus típicas faldas y se emocionan con su equipo nacional de rugby en el reducto del Murrayfield Stadium.
En las cercanías de Edimburgo hay numerosos itinerarios atractivos para complementar la visita.
Una excursión a los highlands nos lleva a la pacífica Inverness, ubicada a unos 250 km hacia el norte y a poca distancia de allí el famoso Lago Ness aguarda con sus fantasmales aguas grises y el inevitable desafío de descubrir la huella del monstruo.
Vía Buena Vibra