La preocupación por la imagen corporal constituye uno de los problemas más frecuentes en nuestra sociedad. La imagen corporal, entendida como la representación del aspecto físico que cada persona construye en su mente, no necesariamente tiene relación directa con la apariencia física (Raich, 2000). De hecho, personas con una apariencia física que se aleja de los cánones sociales de belleza, pueden sentirse bien con su imagen corporal, mientras que otras, que pueden acercarse a estos estándares, pueden tener dificultades para aceptar su apariencia (Salaberria, Rodríguez & Cruz, 2007). Así, las personas no se preocupan tanto por la forma de su cuerpo o por su belleza, sino por la imagen física que han construido para sí y por la impresión que creen que su apariencia genera en los demás.
A nivel patológico, la preocupación excesiva por tener algún defecto o una apariencia física defectuosa, ya sea normal o imaginaria, se conoce con el nombre de trastorno dismórfico corporal. Esta enfermedad mental afecta a cerca del 2 % de la población en general, pero según estudios recientes, cerca del 75 % de las personas tienen alguna preocupación importante por su apariencia que, aunque no cumple con los criterios para constituir un trastorno, sí afecta su estabilidad emocional, generando una focalización negativa en la imagen que proyectan hacia los demás (Veale & Bewley, 2015).
Patologías ligadas a la imagen física
Otros cuadros patológicos asociados con los problemas de autoimagen son los trastornos alimentarios como la anorexia (restricción alimentaria), la bulimia (episodios de ingesta voraz acompañados de conductas eliminativas o purgativas), la ortorexia (obsesión por la comida sana) y la vigorexia (obsesión por mantener una figura física atlética o musculosa). En ocasiones, estos problemas llegan a ser incontrolables, generadores de gran perturbación, lo que implica la necesidad de tener ayuda profesional para su superación.
Adolescentes, los más estresados con el tema
La preocupación por la imagen corporal suele agudizarse en la adolescencia, cuando la aceptación social tiene una mayor importancia para las personas y por los cambios propios de la edad que se reflejan en el cuerpo. La preocupación por el acné, por la apariencia de un cuerpo aún no desarrollado a plenitud, la necesidad de atraer físicamente a otros y la imperiosa idea de requerir ser aprobado socialmente, teniendo la belleza como vehículo para lograrlo, es un fenómeno social común en nuestros tiempos.
En un estudio realizado en estudiantes universitarios, se encontró que al menos un 80 % de los jóvenes manifestó tener preocupación por su apariencia física, lo que les lleva a desarrollar estrategias para mejorar su aspecto, o para compensar sus “defectos percibidos” con actitudes de ocultamiento de los mismos. Sin embargo, la preocupación por la imagen corporal se presenta en todas las edades y estratos sociales, y es compartida en porcentajes similares en hombres y mujeres (Barraca 2015).
La presión de la publicidad
La sociedad suele reforzar esta preocupación al imponer estándares de belleza difíciles de cumplir y con los que se compara la imagen corporal de cada uno. Un estudio reciente realizado en España, encontró que en el 80 % de los mensajes publicitarios sobre vanidad y belleza se incita a la delgadez como criterio de aceptación social en las mujeres, y el desarrollo de un cuerpo musculoso y atlético en los hombres, lo que no corresponde con la imagen corporal de la mayoría de personas de nuestro medio (Castro, 2016). Como plantea Riso (2015), “el juicio estético que la cultura ejerce sobre la apariencia física tiene enormes consecuencias para nuestro futuro”.
Ponerse como meta el corresponder a las figuras presentadas en los medios, constituye una idea irracional en tanto implica un esfuerzo exagerado que, en la mayoría de los casos, suele no conllevar a los logros esperados, pues las características morfológicas de las personas del común, como somos la mayoría, no corresponden a los estereotipos construidos.
Características de las personas con excesiva preocupación por su imagen corporal
Las personas que presentan una excesiva preocupación por la imagen corporal, así no cumplan con todos los criterios para configurar un trastorno dismórfico corporal, cumplen con las siguientes características:
- Preocupación excesiva por la percepción que los demás pueden tener de su imagen física, con pensamientos recurrentes de ser criticada o rechazada por ello.
- Distorsión de la imagen corporal, resaltando o sobrevalorando los defectos percibidos, y minimizando o subvalorando las cualidades corporales existentes.
- Focalización en los defectos físicos percibidos (reales o imaginarios), lo que lleva a percibirse como inadecuadas en su apariencia corporal.
- Desarrollo de estrategias obsesivas para ocultar, compensar o intentar minimizar los defectos físicos percibidos en sí mismas.
- Dedicación excesiva al cuidado de la imagen corporal, con cargas exageradas de ejercicio físico, seguimiento de dietas rígidas, perfeccionismo en la forma de vestir y alta dedicación a las sesiones de maquillaje, peinados y cuidado de la imagen.
- Alta susceptibilidad y poca tolerancia a la crítica social remitida a la imagen corporal.
- Tendencia a compararse con otras personas, tanto cercanas como de la farándula, en lo referente a la imagen corporal.
- Necesidad de responder a estándares de belleza tanto corporales como de presentación personal (moda), para no desentonar en el contexto.
La responsabilidad por el cuerpo no es sinónimo de preocupación
Es evidente que cada persona es responsable de su presentación personal, y aunque nuestras características corporales, como la estatura, la contextura física, el color de la piel o de los ojos, el tipo de pelo o nuestros rasgos esenciales, se deben a causas genéticas y evolutivas que se salen de nuestro control, la forma de cuidar nuestro cuerpo, la presentación personal y la dedicación a mantener y procurar unas condiciones físicas esperadas, sí requieren de nuestra dedicación y esfuerzo, que se refleja en las decisiones que se toman al respecto.
El cuidado de la imagen corporal no es un asunto sólo de estética, sino también de salud
Es una regla general que las personas con cuerpos sanos mantienen una mayor armonía en su presentación, se conservan vigorosos y activos, motivan una relación más positiva con su apariencia corporal, aman y aceptan su cuerpo como es, y proyectan una imagen más agradable a los demás.
A continuación, se presentan algunas ideas para mantener una relación armónica con el cuerpo y generar conductas de cuidado positivo de la autoimagen:
- Focalízate más en admirar que en criticar. El cuerpo que eres es tu morada esencial. Tus rasgos te han sido dados por la naturaleza, cuidar de su presentación es tu tarea. Fíjate más en lo bello y positivo de tu figura, descéntrate de aquello que percibes como defecto.
- Establece estrategias de cuidado de ti con relación a tu cuerpo. Velar por tu salud; hacer ejercicio físico con frecuencia (preferiblemente guiado); tener dietas balanceadas, no rígidas; mantener adecuados hábitos de sueño; visitar a los especialistas de la salud con relativa frecuencia y conservar una higiene corporal adecuada, son claves para conservar tu cuerpo en armonía.
- Tienes mucho que aportar a la imagen física que proyectas. La forma en que organizas tu presentación personal depende en gran parte del estilo que decides proyectar. Qué tipo de ropa ponerte, como maquillarte, qué estilo de peinado lucir, cómo manejar el cuerpo al caminar y cómo proyectar una expresión facial específica, depende de las decisiones que tomes al respecto. En ocasiones esas decisiones, que son personales, requieren de la orientación y apoyo de otras personas, preferiblemente expertos en el tema.
- Los estereotipos de belleza mercantilistas son ideales, poco realistas. Reconoce que los estereotipos de belleza que se proyectan en los mensajes mercantilistas y publicitarios, corresponden a una minoría elegida como ideal por las grandes empresas, pero que las condiciones de la población en general se alejan de ellos. Es mejor aceptarse como se es y aprender a resaltar aquello que exalta nuestra armonía y estética corporal.
- Deja de compararte con otros. Generalmente cuando nos comparamos con los demás, nos angustia y estresa la idea de no estar a su nivel en la imagen física, y es porque por lo general nos fijamos en aquello que sobresale en los otros, y no en nosotros, estando habitualmente en desventaja.
- La aceptación social no debe estar soportada en la imagen física. Una cosa es querer proyectar una figura estética armoniosa, y otra pensar que de ello depende la forma en que nos relacionemos con los otros. Quienes decidan estar contigo deberán soportar esta elección en tu forma de ser, tu forma de interactuar con ellos y no en tus características físicas. Si alguien está contigo por tu belleza, debes asumir que es un contacto efímero, con bases endebles e inestables, que no vale la pena.