Hace unos años, durante una entrevista en los medios de comunicación sobre uno de mis libros, mi entrevistador me confesó algo en lo que todavía reflexiono a menudo. Desvariando sobre el nivel de distracción en su oficina de concepto abierto, dijo: «por eso soy miembro del espacio de coworking que hay al otro lado de la calle, allí puedo concentrarme». Si bien apoyo plenamente la reacción contraria a las oficinas abiertas, el comentario me pareció extraño. Después de todo, los espacios de coworking también suelen utilizar un diseño de oficina abierta. Hace poco me encontré con una serie de estudios que examinan el efecto del sonido en el cerebro y revelan por qué su estrategia funciona.
De investigaciones anteriores, sabemos que el principal problema de los trabajadores con las oficinas abiertas o llenas de cubículos es el ruido no deseado.
Nuevas investigaciones han demostrado que puede que no sea el sonido en sí mismo lo que nos distraiga… sino quien lo está haciendo. De hecho, un cierto nivel de murmullo de oficina en segundo plano podría beneficiar a nuestra capacidad para realizar tareas creativas, siempre y cuando no nos involucremos en la conversación. En lugar de un silencio total, el ambiente de trabajo ideal para las tareas creativas tiene un poco de ruido de fondo. Ése es el motivo de que pueda concentrarse muy bien en una cafetería ruidosa, pero apenas sea capaz en una oficina ruidosa.
Un estudio, publicado en el Journal of Consumer Research, ha encontrado que el nivel correcto de ruido ambiental provoca que nuestras mentes piensen de manera más creativa. Un equipo de investigación, liderados por el profesor de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (EE. UU.) Ravi Mehta, examinó la reaccción de los participantes a varios niveles de ruido mientras completaban pruebas de pensamiento creativo. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a cuatro grupos y se les pidió a todos que completaran una Prueba de Asociados Remotos (una medida comúnmente utilizada que juzga el pensamiento creativo al pedir a los participantes que encuentren la relación entre una serie de palabras que, a primera vista, parecen no estar relacionadas). Dependiendo del grupo, los participantes estuvieron expuestos a varios niveles de ruido de fondo, desde el silencio total hasta 50, 70 y 85 decibelios. Las diferencias entre la mayoría de los grupos fueron estadísticamente insignificantes; sin embargo, los participantes en el grupo de 70 decibelios (aquellos expuestos a un nivel de ruido similar a la charla de fondo en una cafetería) superaron significativamente a los otros grupos. Como los efectos fueron pequeños, esto puede sugerir que nuestro pensamiento creativo no difiere mucho en respuesta al silencio total y a 85 decibelios de ruido de fondo (el equivalente a un triturador de basura ruidoso o a una motocicleta silenciosa). Como (presumiblemente) nadie quiere trabajar junto a estos elementos de ruido, este resultado me sorprendió.
Los resultados del estudio a 70 decibelios sí que fueron significativos, así que la investigación también sugiere que el nivel adecuado de ruido de fondo (ni demasiado alto ni el silencio total) puede aumentar la capacidad del pensamiento creativo. El nivel adecuado de ruido de fondo puede interrumpir nuestros patrones normales de pensamiento lo suficiente como para permitir que nuestra imaginación se desvíe, sin imposibilitar que nos concentremos. Este tipo de «enfoque distraído» parece ser el estado óptimo para trabajar en tareas creativas. Como escriben los autores, «meterse en un ambiente relativamente ruidoso puede desencadenar que el cerebro piense en abstracto y, por lo tanto, genere ideas creativas».
En otro estudio, los investigadores utilizaron electroencefalogramas del lóbulo frontal (EEG) para estudiar las ondas cerebrales de los participantes que completaron las pruebas de creatividad mientras estaban expuestos a varios ambientes sonoros. Los investigadores encontraron cambios estadísticamente significativos en las puntuaciones de creatividad, y una conexión entre esas puntuaciones y ciertas ondas cerebrales. Al igual que en el estudio anterior, un cierto nivel de ruido blanco demostró ser el sonido de fondo ideal para las tareas creativas.
¿Por qué muchos de nosotros odiamos nuestras oficinas de concepto abierto? La charla de los compañeros y el suave murmullo de la climatización debería ayudarnos a concentranos. El problema puede ser que, en nuestras oficinas, no podemos evitar dejarnos arrastar a las conversaciones de los demás ni que nos interrumpan mientras intentamos concentrarnos. De hecho, los investigadores del EEG descubrieron que las interacciones cara a cara, las conversaciones y otras interrupciones afectan negativamente al proceso creativo. Por el contrario, un espacio de trabajo o una cafetería proporciona un cierto nivel de ruido ambiental y, al mismo tiempo, posibilita estar libre de interrupciones.
En conjunto, la lección que se puede extraer es que el espacio ideal para un trabajo en concentración no es aquel libre de ruido, sino aquel libre de interrupciones. Encontrar un espacio en el que esconderse, independientemente de lo ruidoso que sea, puede ser la mejor estrategia para asegurarse de poder hacer el trabajo importante.
Vía Harvard Business Review