Por Néstor Ocampo
En los últimos días hemos visto aparecer nuevas vallas de la CRQ, en sectores rurales, en las cuales, como de costumbre, se ponen en evidencia sus debilidades como “autoridad ambiental”.
Dan la bienvenida a una “AREA NATURAL PROTEGIDA”, el Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Cuenca Alta del Río Quindío. Han pasado 24 años desde cuando fue establecida esa área de protección (Res. 110 del 17 de diciembre de 1998) y 15 años hace que cuenta con un Plan de Manejo (Acuerdo 112 del 28 de diciembre de 2007). Afirmamos que llegan tarde porque hace muchos años que esa información se debió dar a conocer a las empresas que están destruyendo la parte alta de la cuenca del río Quindío.
Dice una de esas vallas: “Esta área protegida conserva: páramos, bosques andinos y complejos de humedales, garantizando el hábitat de especies de fauna y flora, y mantiene la regulación y oferta hídrica de los municipios de: Salento, Armenia, Circasia y La Tebaida. Además, promueve sistemas productivos ganaderos, agrícolas, forestales y actividades ecoturísticas, con criterios de sostenibilidad ambiental” (sic).
Pero, para empezar, ¿de qué “protección” habla la CRQ cuando durante todo ese tiempo han crecido vertiginosamente, sin control, los cultivos comerciales de pinos y eucaliptos de la multinacional Smurfit Kappa Group (Reforestadora Andina), e inmensos cultivos de aguacate Hass (de empresas extranjeras como Campo Sol de Perú, Altos del Valle de Chile y otras), ocupando ¡miles de hectáreas! del DRMI, desplazando campesinos, dañando bosques andinos y fuentes de agua, destruyendo el hábitat de especies de flora y fauna características de la rica y delicada diversidad biológica de los Andes colombianos, alterando la regulación y reduciendo la oferta hídrica de ese sector de la cuenca, deteriorando, además, el encanto de nuestros paisajes de montaña… ¿qué tipo de “protección” es esa en un área que, para completar, está catalogada por ley como de interés social (Art. 111 de la Ley 99 de 1993) por ser fuente de agua para cabeceras municipales?
Y… ¿cómo es eso de que el DRMI “promueve sistemas productivos ganaderos, agrícolas, forestales y actividades ecoturísticas” que son, precisamente, las actividades económicas que están deteriorando la cuenca y contaminando sus aguas?, así mencionen el “desarrollo sostenible” que, como hemos visto, no pasa de ser un cuento. La evidencia de los daños que causan es tan grande que la misma CRQ informa estar adelantando cerca de una decena de procesos sancionatorios ambientales, que, por lo demás, son muy demorados, generalmente no llegan a nada y, cuando lo hacen, es para imponer sanciones ridículas, permisivas, como vimos hace poco.
Tampoco acierta la CRQ, junto a las otras 10 prestigiosas entidades que apoyan esa gran labor de “protección”, al informar sobre el nombre científico de la única especie vegetal que mencionan, la palma de cera de zona cafetera (Ceroxylon alpinum). Algo similar sucede con la ortografía de algunas palabras. Ante esas vallas informativas, con sus mentiras y errores, no deja uno de preguntarse ¿cuánto y a quién le pagarán por hacerlas?