Si tus hijos han alcanzado la adolescencia, puede que estés notando cambios en su comportamiento que te hacen preguntarte si estás fallando como padre. También es posible que dudes de si tus hijos adolescentes están juntándose con buenas compañías o necesitas comenzar a ser más estricto con ellos.
Todos los padres pasan por lo mismo en mayor o menor medida, de manera que no hay motivo para que seas demasiado duro contigo mismo. Es más, puede que tú mismo hayas tenido estos cambios cuando eras adolescente y que ahora ni siquiera lo recuerdes.
El cerebro pasa por muchas cosas a lo largo de la vida. Durante la pubertad, hay cambios hormonales y en la actividad eléctrica que afectan la toma de decisiones, la búsqueda de emociones fuertes y las interacciones sociales. Esto explica en gran medida por qué los adolescentes cometen errores de juicio o razonamiento, además de que suelen tener problemas para controlar sus impulsos.
Cambios comunes en la adolescencia
Cuando comienza la pubertad, el cuerpo comienza a producir hormonas sexuales. Estas hormonas (estrógeno y progesterona en las mujeres, y testosterona en los hombres) causan cambios físicos y emocionales.
La irritabilidad, la ansiedad y el exceso de estrés son algunos “síntomas” comunes en adolescentes que naturalmente se equilibran con el tiempo. Sin embargo, es lo que pasa en el intermedio lo que preocupa a los padres, ya que sus hijos se vuelven más propensos a tomar malas decisiones en esta etapa de la vida.
Por un lado, está el riesgo de sufrir depresión, trastornos alimentarios y otros problemas de salud relacionados con la falta de control que experimentan los jóvenes sobre su cuerpo y vida. Al mismo tiempo, cierto tipo de influencias pueden llevar fácilmente al consumo de sustancias tóxicas.
Por eso, es importante que los padres estén informados sobre los cambios naturales que experimenta el cerebro humano y cuenten con las herramientas para orientar a sus hijos.
¿Cómo brindar apoyo a un adolescente?
Aquí hay algunas cosas que puedes hacer si notas que los cambios en tus hijos comienzan a afectar su bienestar:
- Hazles saber que no están solos, y explícales a qué se deben sus altibajos emocionales. No entender bien lo que hay detrás de sus emociones puede hacer que los adolescentes se sientan culpables o más irritados, pero si tienen forma de comprenderlo, entonces desarrollarán la habilidad de manejar sus cambios de humor.
- Mantén a tus hijos activos físicamente. Organiza actividades de fines de semana que todos los miembros de la familia disfruten, de este modo estarás promoviendo la segregación de beta-endorfina, una hormona que ayuda a mantener controlados los niveles de estrés y mejora el estado de ánimo.
- Haz lo posible para que tus hijos duerman lo suficiente, esto es muy importante para disminuir la irritabilidad y el riesgo de depresión. Desde luego, probablemente será un objetivo difícil de lograr, pero intenta con una política de incentivos como dar ciertos beneficios a tus hijos si cumplen con el horario establecido.
- Involúcrate en la vida de tus hijos, no de forma invasiva, pero sí en el sentido de hacerles saber que estás ahí para escuchar sus problemas. Haz preguntas, promueve el diálogo, comparte experiencias de tu vida… Aunque parezca que no quieren contarte nada, llegará el momento en el que necesitarán contar contigo y entonces todo dependerá de qué tanto confíen en ti.
- Exprésate, dile a tus hijos cuánto los amas y, si tienes preocupaciones con relación a las decisiones que están tomando, dilo. Muchos jóvenes tienen problemas reales, como el acoso escolar, y empiezan a tomar malas decisiones debido a esto; pero también están quienes solo necesitan sentirse acompañados, entendidos y amados por sus padres. Aunque creas que tus hijos ya saben lo importantes que son para ti, repítelo hasta el cansancio.
La importancia de estar informado
Según la etapa de su desarrollo cerebral, los adolescentes tienen más probabilidades de:
- Actuar impulsivamente.
- Involucrarse en peleas.
- Participar en actividades peligrosas o de alto riesgo.
No obstante, estas diferencias cerebrales no significan que los jóvenes no puedan tomar buenas decisiones por sí mismos. Tampoco significa que no deban hacerse responsables de sus actos.
Como padre, tu tarea es ayudarlos a entender que cada decisión tomada afecta a otras personas para bien o para mal. De igual manera, saber cómo funciona el cerebro de los adolescentes te puede ayudar a anticipar y manejar su comportamiento, con lo cual puedes evitar exponerlos a situaciones de riesgo o que podrían tener consecuencias negativas.
Por último, no subestimes la importancia de enseñar con el ejemplo y tomar las medidas correctivas necesarias cuando tus hijos hagan algo malo. Esta es una edad crítica para que aprendan a responder por sus acciones, y el modo en que los corrijas podría determinar el tipo de persona en el que se convertirán.