Por Manuel Gómez Sabogal
Bello nombre el de Aura María. Cuando la conocí, estudiaba en la EAM. Era sencilla, juiciosa, seria, responsable y con muchos sueños por cumplir, pues su juventud estaba llena de vitalidad, además de belleza. Sigue siendo igual. No ha cambiado.
Un día cualquiera, se acercó a mi oficina con el deseo de preguntar por Australia, su meta. La razón era sencilla. Quería salir del país a practicar inglés y a cambiar de ambiente. Quería tener una nueva visión del mundo y entender que la vida era diferente afuera.
Después de hablar, comprender, preguntar, resolver, asistió a una charla especial sobre Australia y los sitios para practicar el inglés. Ella sabía que ya varios jóvenes estaban en Melbourne, Sídney, Canberra, Adelaida y que los habíamos enviado gracias a Educaustralia en unión con la ORI de la EAM.
Al cabo de dos meses, le llegó la visa. Después de mucho hurgar, la elegida fue Perth, alejada de casi todas las principales ciudades. Razones había muchas.
Sin embargo, al llegar se encontró sola en la inmensidad y decidió buscar sitio en otra de las ciudades australianas. Entonces, decidió irse a Sídney y allí estuvo casi todo el tiempo.
Su meta, quedarse y como otros jóvenes, hacer su vida allí. Pero había algo que no la dejaría permanecer allí.
Un mes antes de vencerse la visa que le habían expedido, le escribí para coordinar todo con el fin de extender su estadía, pero para mi sorpresa, me respondió que se regresaba. Le pedí que no hiciera eso, me explicó y le dije que esa no era buena idea, ni razón importante alguna.
Recuerdo que le escribí una semana antes y le dije que cometería un gran error si regresaba.
Sin embargo, estaba decidida. Nada la detenía y aunque me repetía cuál era su principal razón, le expliqué siempre que no me convencía. Que su futuro iba a ser lejos del país.
Regresó. A los pocos meses me dijo que quería volverse a Australia. No había caso. Debía empezar de cero. A organizar los papeles y hacer todo el proceso. Decidió quedarse y trabajar en su profesión.
Después se me desapareció del radar.
Sin embargo, luego de muchos ires y venires, logré localizarla. Está como Realtor Sales Associate en Realty Executives.
Además, convirtió la cuarentena en una oportunidad. No se quiso quedar quieta. Trabaja con el famoso Reiki.
“El Reiki rejuvenece, alivia el dolor, elimina toxinas, fortalece la intuición, potencia la memoria, sana de forma holística, relaja y reduce el estrés, resuelve hábitos nocivos, fortalece el sistema inmune, mejora el autoconocimiento, facilita los estados de meditación, libera sentimientos reprimidos, equilibra las energías del cuerpo, promueve la auto curación natural, contribuye a sanar nuestro planeta, aumenta la energía vital del organismo, trata los síntomas y causas de las enfermedades”
Triunfadora, ganadora, excelente en lo que hace y demostrándose ella misma de qué es muy capaz. Siempre cree que cada etapa la lleva como líder a donde quiere llegar.
Aura María es otro de mis ejemplos de joven mujer exitosa, gracias a su esfuerzo y fe en Dios.