No sorprende que muchos de los alimentos que consumimos regularmente durante un desayuno tradicional contengan excesivas dosis de azúcar. La reglamentación al respecto de los azúcares agregados es, por lo pronto, difusa, conviene estar atento y revisar bien las etiquetas de los productos
Ante la pregunta recurrente de cuál es la comida más importante del día, la mayoría podría estar de acuerdo en una cosa: el desayuno. Es por eso que la relativización de este enunciado por parte del médico Aaron E. Carroll, un pediatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana en una columna reciente del New York Times, desató tal polémica.
Pero Carroll no es un polemista improvisado, y cita numerosos estudios de los últimos años que buscaron establecer el beneficio de no saltearse el desayuno, explicando que éstos son tendenciosos (tienen un sesgo de confirmación) y que una asociación no necesariamente determina causalidad. Por lo tanto, como primer paso Carroll propone admitir que no tenemos demasiada idea al respecto del tema y el verdadero impacto (para bien o para mal) en la salud.
La nación azucarada
¿El gran descubrimiento de estos empresarios americanos? Darse cuenta de que a la gente, y en particular a los niños, les encantaba el azúcar, y que en muchos casos los ayudaba a despertarse para poder encarar las tareas. Claro que nada es gratuito, y por eso basta mirar los índices de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares que ya son patrimonio de este país, pero que también son una problemática que se extiende por el mundo.
Es por esto que no sorprende que muchos de los alimentos que consumimos regularmente durante un desayuno tradicional contengan excesivas dosis de azúcar, desde el jugo de naranja hasta las galletitas. Lo que quizás sí quizás te sorprenda es que muchos otros productos que no imaginabas (pan, salsas, pastas, aderezos, productos derivados de la carne) también la contengan.
Ya que la reglamentación al respecto de los azúcares agregados es, por lo pronto, difusa, conviene estar atento y revisar bien las etiquetas. En los EE UU el FDA (Food and Drug Administration) recién ahora está planteándose colocar una leyenda de «azúcares agregados» (added sugar) para denotar aquellos que no son naturales. Un dato para que tengas en mente: el 60% de los alimentos que se encuentran en las góndolas de los supermercados estadounidenses incluyen algún tipo de azúcar agregada.
Desconfiar de lo «natural»
Los jugos «naturales», algo también muy típicamente asociado con el desayuno, son otros de los tantos sospechosos en la mira por las altas dosis de azúcares agregados y conservantes que llevan.
Si te estabas preguntando si queda algo que podamos comer en el desayuno, existen todavía muchas opciones saludables, pero lo que se debe tener en cuenta, advierten los especialistas, es qué es lo que estamos ingiriendo y en qué dosis. El desayuno puede ser una fuente de energía importante e indispensable, según cómo se lo tome. Limitar la ingesta de productos procesados, desconfiar de todo lo que diga «natural», son otros consejos. Entonces, marche una cuota de escepticismo con ese café por favor.
Vía El Nacional