Yo compro importado
Hace unos años, en Venezuela, decir que «compro importado» era un símbolo o estatus de una clase pudiente, de una clase privilegiada que se puede dar el gusto de comprar todo lo que requiere, en el extranjero.
Más aún, en la época de la bonanza o de las vacas gordas en el país, estaba de moda el irse al exterior (en particular a las poblaciones del Estado de la Florida en los EEUU) para hacer las compras cotidianas de ropa, calzado y enseres para la casa. Y lo más asombroso de todo, para los venezolanos de hoy en día, es que se podían ir las personas normales, comunes y corriente de la clase media.
Era la época de Tatiana Capote y del «Adiós Miami», del «Ta’ barato dame dos», y del dólar a 4,30.
Cuando eramos felices y no lo sabíamos.
Noruega, país petrolero, ostenta los más altos niveles de bienestar en el mundo. Pero, digamos que debemos buscar algo más en este continente.
Brasil, más o menos en esa misma época, vivió algo parecido. Pero a diferencia de en Venezuela, se dieron cuenta que así como se señala en la Biblia que hubo en Egipto una época de las «Vacas Gordas» también hubo una época de las «Vacas Flacas». En Brasil hicieron algo, que al principio no les funcionó a corto plazo, pero que demostró ser un éxito a largo plazo: establecieron la política de «compre brasileño». Cerraron las importaciones y establecieron que sólo se podían comprar productos hechos en Brasil.
Al principio era un desastre, ya que los productos eran malos, no tenían durabilidad, eran costosos, y toda una serie de características que convertían el hacer compras en una tortura.
Brasil deja de importar bienes de consumo de otros países para consumir los que producen ellos mismos.
Con el tiempo, por la necesidad y por la presión de los consumidores, los productos se fueron mejorando y los estándares se fueron elevando. Hoy en día Brasil pasó de ser un país productor de café, caucho y otros rubros, a ser un país manufacturero, minero y de servicios turísticos.
Brasil tiene la segunda economía del continente americano, luego de los EEUU, y la primera economía de Latinoamérica.
Pero volvamos a Venezuela. Volvamos al presente. Venezuela en los últimos años ha desarrollado una economía de puertos impresionante, donde ha dejado de producir en todos y cada uno de los rubros, incluyendo el petróleo. Venezuela producía en una oportunidad el 80% de los alimentos que consumía. Y de hecho, hasta en algunos rubros habían excedentes que se exportaban. Hoy en día, con una «soberanía alimentaria» bizarra, importamos casi el 80% de lo se consume.
El país actualmente importa productos que tradicionalmente exportara, como el café, el arroz y el maíz.
La agricultura y la producción se han ido a pique…
Por eso, hoy en día se debe recurrir a los amigos que viajan al exterior o al servicio de encomiendas para surtirse de artículos básicos y otros suntuarios, que en una época se podían adquirir con facilidad en cualquier tienda en el país.
No es sin ninguna razón que los venezolanos que salen del país la primera foto que se toman es en los supermercados, al lado de la gran cantidad de productos que se pueden adquirir, sin restricción de marcas, cantidades o días de compra.
De hecho, mi mamá usa pañales desechables para adultos, y es un producto que no se consigue con facilidad. A los amigos que viajan les pido que me traigan 2 paquetes para poder tener suficientes. Y así mismo he escuchado historias de personas que les piden a sus amistades que les traigan champú, desodorantes, jabones, cremas faciales y hasta medicinas.
Por muchas razones, hoy en día el decir que «compro importado» no es snobismo. Es una necesidad en Venezuela.
Luis Castellanos