Estamos viviendo una era de obsesión por la tecnología y de adicción a los teléfonos inteligentes. Lo escucho todo el tiempo: «No puedo ir a ninguna parte sin mi teléfono»; «Tengo ansiedad cuando no puedo consultar el correo electrónico»; y «Si no miro mis redes sociales, siento que me estoy quedando atrás».
No es sorprendente que la investigación demuestre que el uso excesivo de tecnología disminuye nuestra salud mental y física, nuestras relaciones y más.
A falta de poder salirse de la red, ¿cómo podemos construir mejores hábitos en torno a la tecnología, preservando sus beneficios y minimizando los efectos negativos? Estas son algunas estrategias respaldadas por investigaciones que recomiendo implementar en el trabajo y en casa.
Utilice el juicio antes de usar las opciones «En copia» y «Responder a todos»
Los correos electrónicos grupales, aunque son útiles para la colaboración en equipo, son una distracción laboral cada vez más problemática. Después del segundo o tercer «Responder a todos», cuando la mayoría de los mensajes podrían dirigirse solo a una o dos personas, en lugar de a todos, estas cadenas comienzan a sentirse opresivas, agregando contenido extraño a nuestras bandejas de entrada que de por sí ya están desbordadas. Animo a todas las personas del equipo que inicien un correo electrónico a que piensen cuidadosamente sobre a quién ponen en copia, asegurándose de incluir solo a los miembros relevantes del equipo. También recomiendo evitar «responder a todos», a menos que sus comentarios sean verdaderamente útiles para todos los miembros del grupo. Cuantos más correos electrónicos envíe, más recibirá.
Calibrar las expectativas de tiempo de respuesta
No hace mucho tiempo, la gente trabajaba de 9:00 a 17:00; al terminar podían desconectar del trabajo. Hoy, los días de trabajo típicos pueden extenderse a nueve horas en la oficina y hasta bien entrada la noche, solo para comenzar de nuevo en el momento en que despertamos. Cuando los colegas nos envían correos electrónicos, mensajes de texto o mensajes por otros medios, sin importar el momento, es espera una respuesta inmediata, aunque no se exprese así. Mi término medio sugerido –utilizado en varias compañías multinacionales como Volkswagen y Deutsche Telekom– es una política de 7:00 a 19:00 donde los mensajes pueden, por supuesto, enviarse a cualquier hora, pero nadie debe responder antes de las 7:00 o más tarde de las 19:00. En Francia, ahora se requiere que las empresas con más de 50 empleados hagan algo similar; la Ley de Derecho a Desconectar del país francófono, aprobada en enero de 2017, exige que seleccionen las horas cuando los empleados no tengan que estar disponibles por correo electrónico.
Haga descansos regulares y regeneradores
El cerebro humano no está diseñado para funcionar durante horas y horas. Funcionamos mejor cuando hacemos descansos. Por ejemplo, en un estudio de más de 12.000 empleados de cuello blanco, aquellos que abandonaron el trabajo cada 90 minutos reportaron un 30% más de concentración, un 50% más de capacidad para pensar de forma creativa y un 46% más de salud comparado con sus compañeros que no hicieron descansos o que solo hicieron uno durante la jornada laboral del día. Pero mirar un smartphone o navegar por Internet no cuenta como descanso. En realidad, las pausas regeneradoras implican ejercicio, conversación o reflexión. Eso significa salir a tomar el aire, hablar con alguien (sobre algo que no sea el trabajo) o hacer unos minutos de meditación consciente. Diez minutos son suficientes, aunque los descansos más largos ofrecen incluso más beneficios.
Recupere el tiempo con los amigos y familiares
Debemos dejar de permitir que la tecnología interfiera con nuestras interacciones interpersonales más importantes. Pero es difícil ignorar su teléfono cuando está frente a usted, con alertas de noticias y mensajes de texto constantemente apareciendo. Mi consejo es designar áreas donde, en un esfuerzo por facilitar una conversación mejor y más significativa con amigos y familiares, los dispositivos personales simplemente no estén permitidos. Los ejemplos incluyen el comedor, la sala de estar o de televisión, en el automóvil o los restaurantes.
Mantenga la tecnología fuera del dormitorio
A medida que el día comienza a oscurecer, su cerebro comienza a liberar melatonina, cuya acumulación eventualmente le ayuda a dormir. Pero de acuerdo con una investigación de la Fundación Nacional del Sueño y la Clínica Mayo –ambas en EE. UU.– la luz azul de los teléfonos inteligentes, tabletas u ordenadores portátiles ralentiza ese proceso y también libera cortisol, que le avisa a su cerebro para que este más alerta. El resultado es un sueño cada vez más inquieto, que interrumpe el rejuvenecimiento sináptico que debe suceder por la noche y reduce la agudeza mental. La solución es simple: ¡No lleve sus dispositivos a la cama!
En la última década, la tecnología se ha apoderado de nuestras vidas. Si bien ofrece acceso a información, conexión y entretenimiento, también se ha demostrado que disminuye nuestra capacidad intelectual y daña nuestra salud mental. Estas cinco tácticas, que puede implementar por sí mismo o alentar a su equipo a asumirlas, son formas sencillas de garantizar que estos dispositivos omnipresentes sean menos dañinos.
Vía Harvard Business Review