El Internet de las Cosas
El Internet de las Cosas (IoT por las siglas en inglés de «Internet of Things«) es un escenario en el cual objetos, animales o personas son provistas de identificadores únicos y la habilidad de transferir datos sobre una red sin requerir interacción humana. IoT ha evolucionado desde la convergencia de las tecnologías inalámbricas, sistemas micro-electro-mecánicos (MEMS por las siglas en inglés de «Micro-Electro-Mechanical Systems«) y la Internet.
Una cosa, en el IoT, puede ser una persona con un monitor cardíaco implantado en su cuerpo con un transponder de biochip, un automóvil que tiene incorporado sensores que alertan al conductor cuando la presión de los cauchos está baja, o cualquier otro objeto natural o hecho por el hombre al cual se le puede asignar una dirección IP y provisto con la habilidad de transferir data sobre una red. Hasta ahora, el IoT ha estado muy relacionada con lo denominado comunicación de máquina a máquina (M2M por sus siglas «Machine-to-Machine«) en la fabricación y en empresas de generación de energía eléctrica, de petróleo y de gas. Los productos construidos con capacidades de comunicación M2M son denominadas a menudo como «Inteligentes».
El incremento de espacio de direccionamiento del IPv6 es un factor importante para el desarrollo del IoT. De acuerdo a Steve Leibson, quien se identifica a si mismo como un «docente ocasional en el Museo de Historia de la Computación», la expansión del espacio de direccionamiento quiere decir que se podría asignar una dirección IPv6 a cada átomo sobre la superficie terrestre y aún se tendría suficientes direcciones restantes para 100 planetas Tierra más. En otras palabras, los humanos pueden fácilmente asignarle una dirección IP a cualquier «cosa» sobre el planeta. Un incremento en el número de nodos inteligentes, así como la cantidad de datos que los nodos generan, aumentarán las preocupaciones acerca de la privacidad de los datos, soberanía de los datos y seguridad.
A pesar de que el concepto no había sido etiquetado como tal hasta 1999, el IoT ha estado en desarrollo por décadas. El primer dispositivo de Internet, por ejemplo, fue una máquina expendedora de Coca Cola en la Universidad de Carnegie Melon a principios de los años 1980’s. Los programadores se conectaban a la máquina por Internet, y podían verificar la condición de la misma y determinar si podría haber un refresco frío esperando por ellos, para así decidir si caminaban hasta ella o no.
Kevin Ashton, cofundador y Director Ejecutivo del Centro de Auto-Identificación del MIT, fue uno de los primeros en mencionar el IoT en una presentación que hizo a la Procter & Gamble. Acá está cómo Ashton explicó el potencial del IoT:
«Hoy en día las computadoras – y por lo tanto, la Internet – dependen casi totalmente de los seres humanos para que les proporcionen información. Casi la totalidad de los 50 Petabytes (un Petabyte equivale a 1.024 Terabytes) de datos disponibles en el Internet fueron capturados y creados por seres humanos al tipear, presionar un botón de «grabar», tomar una foto digital o escanear un código de barra.
El problema es que los seres humanos tienen limitado su tiempo, su atención y precisión, lo cual quiere decir que no son muy buenos capturando datos acerca de las cosas del mundo real. Si tuviésemos computadores que supieran todo lo que hay que saber de las cosas – usando los datos que han recolectado sin ayuda de los humanos – seríamos capaces de monitorear y contar todo, y reducir considerablemente el desperdicio, las pérdidas y los costos. Sabríamos cuándo las cosas necesitan ser reemplazadas, reparadas o recogidas, y si aún están actualizadas o ya dieron lo que debían dar.»
Traducido por Luis Castellanos de publicación en WhatIs
Imagen tomada de Irismedia. Collage hecho con imágenes tomadas de Ser y Humano | Things City. Gráfico de aplicaciones del IoT tomado de Faro de Vigo
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